“Mi escritura se inicia con preguntas, escribir es una manera de hacer preguntas, de hacerme preguntas, de seguir preguntando. Al hablar de preguntas estoy diciendo: Poner posibilidades a la vista, mantenerlas activas…
Escribo para insistir, para seguir preguntando. También puedo decir que escribo para no olvidar algo, tomo notas, escribo para recordar.
Al principio no conozco la forma ni sé de qué trata mi escritura, solamente empiezo, con la esperanza de que el sentido se abrirá paso por sí mismo. Sin saber lo que voy a plantear, sin entender los problemas -la escritura es también plantear problemas.
Aprendí a escribir textos dramáticos todos los días, levantándome todos los días a las seis de la mañana, escribiendo cada mañana, tomando mi tiempo para acceder a la escritura. El momento de la escritura es siempre en ciertas circunstancias; en mi caso, la escuela de dramaturgia fue cada día a las seis de la mañana.
Ese momento abarcó diez años, entre finales de los ochenta y finales de los noventa. La escritura era apoyar los codos sobre una madera de conteiner montada en caballetes. Sólo salir de ahí para renovar el agua del mate o quemar la tostada. Fue mi escuela literaria, además de las lecturas, no muchas. La madera montada sobre caballetes estaba en un patio cubierto donde a veces llovía y se inundaba. A veces la escritura sigue mientras uno se moja alegremente los pies.
A veces uso la palabra “obra” aunque no sé qué es. Intento descubrirlo mientras aparece en mi escritura. Escribo textos, esos textos a veces llegan a ser obra y a veces no. Sé cuando logro escribir una obra, lo sé, mientras no tenga que explicarlo… Y sé que hay textos que son textos y nada más, lo sé como que respiro o estoy despierto.
Los textos empiezan, no los planifico. Aparecen, imprevistos. Primero viene la mancha de humedad y después la gotera.
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Es cierto que los lugares y las cosas están confusos. Esto es la vuelta de lo que se ve y de lo que se escucha. Puede ser un paisaje. Una casa que el tiempo ha cambiado. O también podría ser que el portón desaceitado cruja, donde nunca hubo portón ni garaje. Tenemos que admitir que a veces falten palabras y sobren ruidos. Aquí faltan juegos inofensivos y necesarios. Alguna mascota perdida está ladrando. Vemos este deporte de sombras. De la niebla hablaremos en otra ocasión. Este baile que hace abrir y cerrar el iris.”
Luis Cano – “Escuela de Marionetas”
Libro Disociado Editores
Miguel Zeballos
¿Cómo fueron ensamblándose Texto – Vídeo – Música? ¿Cómo se fue ligando todo eso con la actuación?
Paula Banfi
En realidad, el proceso fue en simultáneo. Desde un primer momento se armó un equipo interdisciplinario, y en casi todos los ensayos estábamos Mariano Kevorkian, actor; Lola Banfi, actriz; Martín Rieznik, cineasta; Sebastián Pandolfelli, músico; y yo, que dirijo. Los textos también estuvieron desde un principio, porque el origen del proyecto fue trabajar con textos de Luis Cano. Así que, una vez conformado el equipo, lo que hicimos fue zapar, desde los distintos lenguajes, con la premisa de que todas las palabras que usaran los actores hubieran sido escritas por Cano, que los sonidos que aparecieran surgieran de las lecturas del material y de los propios ensayos, y lo mismo con las imágenes. Martín a veces filmaba y otras proyectaba, con los actores laburábamos distintas escenas o fragmentos, siempre con Sebas tocando en vivo.
Trabajamos un año, y terminamos usando casi todo lo publicado por Luis hasta hoy, más algunos textos escritos para la ocasión. La idea fue leer a Cano a través de distintas lentes, y jugar con los reflejos que se generaban al cruzar las distintas disciplinas. Meterse en el universo del autor y navegar aquí y ahora cada vez. Eso fue generando que de pronto tuviéramos un lenguaje coral propio para contar ese “universo Cano”, muy nuestro y a la vez absolutamente impregnado de lo que de por sí traen los textos.
M.Z
¿Qué quiere decir edición en escena? ¿Y por qué el énfasis en que cada función es muy diferente de la otra?
P. B
Editar en escena es, justamente, meterse en el universo del autor y navegar aquí y ahora cada vez. Surgió porque en un determinado momento vimos que a través de ese lenguaje propio que encontramos y ese mecanismo de “zapada”, teníamos ensayos muy distintos y muy placenteros. Empezamos a hacer pasadas de aproximadamente una hora “a ver qué pasaba”, y siempre pasaban cosas interesantes. Entonces decidimos estrenar el juego en movimiento, el mecanismo en funcionamiento, y no una obra acabada producto de ese juego.
Decimos “editar” y no “improvisar”, porque la improvisación generalmente se asocia a la improvisación del texto, a inventar lo que se dice en el momento. Y en este caso lo que hacemos es editar los textos de un autor. Los actores no inventan palabras propias: saben textos de memoria, leen otros, repiten los de su compañero. Lo que improvisamos es cómo se ponen en escena esos textos, en qué orden, con qué registro. Improvisamos con la música, los sonidos y los gestos, el cineasta mezcla los videos en vivo, y las luces improvisan al ritmo de ese todo. Y a eso lo llamamos “edición en escena”. Como si uno abriera un mismo libro cada noche, y fuera leyendo distintos fragmentos cada vez. Sería siempre un libro nuevo, y a la vez siempre reconocible.
Hacemos énfasis en que cada función es distinta porque es una de las características particulares de la obra, y sobre todo porque es muy lindo verla más de una vez y descubrir las posibilidades del juego. Lo que se repite y lo que es distinto, lo que es parecido pero un poco diferente, lo que en una función aparece y en la otra no, las maneras de hacer el recorrido, el rol que ocupa el azar en todo eso. Más allá de que cada función en sí arma un mundo, y si te gusta lo disfrutás mucho, cuando la ves más de una vez hay un asombro placentero en relación a entender el juego, a disfrutar del mecanismo. Por eso tenemos una lista a la salida para anotarse si uno quiere y verla por segunda vez con una entrada más barata. Porque si te gustó el viaje, vale la pena volver a hacerlo por otros caminos.
La mano que tacha, de Paula Banfi, basada en textos de Luis Cano.
Con: Lola Banfi (actriz), Mariano Kevorkian (actor), Sebastián Pandolfelli (músico), Martín Rieznik (cineasta).
Dirección: Paula Banfi
Últimas dos funciones: sábado 13 a las 22.30 y domingo 14 a las 21.
El excéntrico de la 18, Lerma 420 – Buenos Aires
Reestreno en octubre
Fotografías: Infinito Fotografías