En su sentido más literal, el folklore representa la sabiduría de un pueblo. Aunque a veces parezca olvidado o ridiculizado, lo cierto es que se trata de mucho más que un repertorio de canciones tradicionales o un sonido especifico: es la memoria viva de comunidades, regiones y tiempos, un puente entre lo que fuimos y lo que seguimos siendo.
No importa cuándo sea, el folklore nos llega a todos. Obras como las de Atahualpa Yupanqui o Los Huanca Hua siempre estarán ahí para hacernos redescubrir cómo la tradición puede dialogar con la innovación, y cómo la música popular argentina sigue hablando con fuerza y autenticidad a quienes estamos dispuestos a escucharla.
Lejos de ser una lista definitiva, esta breve selección histórica apunta a ser una puerta de entrada al vasto y eterno mundo del folklore argentino.
Ariel Ramírez - Folklore por Ariel Ramírez
1960 - Music Hall
Muchos de los primeros intérpretes de folklore combinaron su interés por lo autóctono con una formación académica. Ese fue el caso de Ariel Ramírez, pianista nacido en Gálvez, Santa Fe, que llegaría a ser uno de los grandes arregladores de la música popular argentina. Su acercamiento al género tuvo un momento decisivo cuando Atahualpa Yupanqui lo oyó tocar en Córdoba y, sorprendido por su talento, lo animó a recorrer el noroeste para conocer de cerca las músicas y tradiciones de la región. Ese viaje de iniciación lo puso en contacto con intérpretes populares como los hermanos Ábalos y marcó una huella que se reconocería en toda su obra posterior. Dos décadas más tarde, en Folklore por Ariel Ramírez, esa impronta aparece en una selección de piezas de autores clásicos y composiciones propias como la nostálgica zamba “Volveré siempre a San Juan” o los ritmos esqueléticos del malambo “Cuatro rumbos”. Para este repertorio el disco se sirve del aporte de Jaime Torres en charango y el cantor Mario Arnedo Gallo en percusión, pero el verdadero protagonismo se lo lleva el brillante piano de Ramírez y su versatilidad para explorar tanto el alcance emotivo como el vigor rítmico del folklore.
Suma Paz - La incomparable Suma Paz, su canto y su guitarra
1960 - RCA Victor
Pensar la figura de Suma Paz en 1960 implica situarse en una época en la que las mujeres del folclore argentino eran escasas y, muchas veces, invisibilizadas frente a un panorama dominado por voces masculinas. Oriunda de Bombal, Santa Fe, Paz cultivaba un modo suave de tocar la guitarra y una voz que, si bien no tenía la gravedad de Mercedes Sosa o la potencia litoraleña de Ramona Galarza, lograba calar hondo. Ese estilo puede rastrearse en la influencia de Atahualpa Yupanqui, a quien reconocía como maestro e inspiración. De hecho, con el tiempo sería reconocida como difusora del “canto yupanquiano” y una de las grandes intérpretes de su cancionero. La incomparable Suma Paz, su canto y su guitarra reúne composiciones de autores clásicos del folclore, pero fue su modo de interpretarlas lo que la distinguió desde el comienzo: una manera de habitar la frontera entre la fuerza del canto criollo y una intimidad casi confidencial.
José Larralde - Canta José Larralde
1967 - RCA Camden
"Casi secreto, fundamentada poesía del hacer de nuestra gente de campo", así presentaba el gigante Jorge Cafrune el debut discográfico de José Larralde, cantautor oriundo de Huanguelén, Provincia de Buenos Aires. El propio Cafrune fue quien le consiguió un contrato con el sello RCA Victor tras haber grabado una composición de Larralde, "Sin pique", dando inicio a una prolífica carrera de cerca de 30 discos. En Canta José Larralde, se inscribió en la tradición del folclore con especial afinidad por la milonga campera y los estilos propios de la región pampeana bonaerense. Su voz, áspera y firme, supo transmitir tanto la dureza de la denuncia social como la hondura de la intimidad. Junto a canciones que tocan temas de conciencia y crítica política, conviven momentos de emocionante sensibilidad, como en “Aunque no esté” y “Cuando me muera”, donde se mide cara a cara con la muerte.
Atahualpa Yupanqui - ¡Soy libre! ¡Soy bueno!
1968 - Le Chant Du Monde
Censurado y perseguido en Argentina, Atahualpa Yupanqui viajó a París en los años 50 en donde encontró refugio político y también mejores condiciones técnicas para grabar su repertorio. Cuenta la ya mítica historia que Édith Piaf lo escuchó cantar y maravillada le dijo: “París te tiene que escuchar". La cantante lo ayudó a conseguir presentaciones y un contrato con el sello Le Chant du Monde, a partir del cual grabó unas primeras canciones que empezaron a circular en Europa y hasta en Japón, ampliando la fama de Yupanqui fuera de su país. En 1968, el sello reunió por primera vez ese repertorio en un álbum bajo el título ¡Soy libre! ¡Soy bueno!, que pese a ser una recopilación transmite la unidad de una obra pensada como tal. Ahí aparecen varias de sus canciones más recordadas, como la denuncia social de “Trabajo, quiero trabajo” o la crítica al esnobismo artístico en “El poeta” y "El pintor", muchas de ellas firmadas junto a su esposa, la pianista y compositora Nenette Fitzpatrick, bajo el pseudónimo de Pablo Del Cerro. Pero también hay momentos de íntima conexión con la tierra, como la instrumental “Danza de la paloma enamorada” o el canto tradicional “Soy libre”. Aun a miles de kilómetros, Atahualpa seguía llevando el campo en la sangre.
Los Huanca Hua - Música argentina
1975 - Cabal
Los Huanca Hua fueron uno de los primeros y más longevos grupos vocales del folklore argentino. Pero en 1975, el grupo liderado por Chango Farías Gómez empezaba a mostrar sus primeros indicios de experimentación más allá de los límites tradicionales del género. Hay varios detalles en la producción que hacen de Música argentina una obra sin comparación entre sus contemporáneos: el uso de teclados, la reverb, pero sobre todo la exploración de armonías vocales y la ambición de reinterpretar canciones tradicionales que no necesariamente formaban parte del canon del género. Esta experimentación alcanza momentos épicos y una apertura sonora inédita para el folklore hasta entonces, desde la icónica apertura de “Yo sé que un día” hasta el contundente final de "Dos palomitas". Entre la vanguardia y la tradición, Música argentina se siente como una ampliación de lo que puede ser el folklore: una obra con ambición innovadora que revaloriza sus raíces y su origen.