Cuando Johnny Ramone cuenta en su biografía ‘Commando’ que el primer disco de los Ramones fue grabado en unas pocas horas, agrega, con más crudeza que ironía: “Nunca entendí por qué tardamos tanto”.
Corrían otros tiempos. La experiencia de grabar un disco era una oportunidad única y cada minuto de cinta debía ser aprovechado al máximo. Pocas tomas, a veces tan solo una (la mejor, por falta de contraste), y una tensión natural, de oportunidad única e irrepetible. El factor económico es fundamental en esta retrospectiva: grabar un disco era muy caro. Pero esa situación generaba energías que no tenían que ver únicamente con la tensión. La espontaneidad, la creencia en las virtudes de un sonido crudo y real dieron como resultado discos históricos. Sin embargo, la ampliación de los recursos no terminó con ese modo de operar tan fugaz. Bandas como los Black Keys, o Los Brujos grabaron en tan solo horas, discos logrados e icónicos.
Geiser Discos se propuso recuperar esa urgencia para que proliferara la esencia más íntima de la experiencia en el estudio. Migue Castro, con la colaboración de Tuta Torres y Adrián Dárgelos, se propusieron esta empresa que tuvo como finalidad última descubrir ese disco imprescindible que habita a muchos músicos. El resultado: 4 discos tan variados como imprescindibles.
Shona: La Perra suave
Tirman Kid: Tirman Kid
Leuda: Todo muy lindo hoy
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