La gran ola de Kanagawa es una de las obras de arte más icónicas, no solo de Japón, sino del mundo. Creada por el maestro del ukiyo-e, Katsushika Hokusai, hace 190 años, esta obra trascendió en el tiempo y hoy se puede encontrar replicada en diferentes sitios como murales, tatuajes, indumentaria y emojis. A continuación, repasamos su historia en 5 datos claves.
1. Su composición y descripción
Esta ola gigante, a menudo interpretada como un tsunami a punto de engullir tres botes, fue la primera imagen de la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji. En aquellos días, la montaña era concebida como “una deidad”, lo que generaba contradicciones entre los habitantes de la zona. Por un lado, sentían temor, ya que existía la posibilidad de que el volcán entrara en erupción; y por otro sentían adoración, debido a que la nieve de la cumbre era fuente de agua durante los deshielos.
2. Hokusai la pintó cuando tenía 70 años
Aunque comenzó a dibujar desde muy pequeño, Hokusai publicó su arte recién a los 50 años: imágenes de todo tipo de paisajes, animales y figuras. Sin embargo, nada de lo que había hecho hasta entonces lo convencía. “Hasta los 70 años, nada de lo que dibujé era digno de mención“, rezan las memorias del artista (vía BBC).
3. Su origen es más que japonés
Desde 1640, Japón se había cerrado al mundo, permitiendo solo una mínima interacción con China y Holanda. Aunque los extranjeros no podían entrar en Japón, los objetos y materiales del exterior sí podían hacerlo, lo que hacía posible la importación, algo que queda claro en La gran ola.
Si bien la obra está impresa en papel de morera tradicional japonés, el color predominante en la pintura era azul de Prusia, un pigmento inventado en Alemania 130 años antes de la creación de Hokusai. El artista se había hecho con esa tintura gracias a la llegada de materiales procedentes de Europa.
4. Su legado
Una vez que Japón se abrió al mundo, La gran ola se presentó en sociedad en la Exposición Universal de 1867 en París, influyendo en el movimiento impresionista francés y, a su vez, en el modernismo europeo de principios del siglo XX.
Artistas de la talla de James McNeill Whistler y Gustave Courbet encontraron en esa obra el impulso necesario para liberarse del realismo. Luego, la pintura marina de Hokusai sirvió como guía para artistas como Vincent van Gogh.
En una carta a su hermano, de 1888, el autor de La noche estrellada expresó: “La gran ola de Hokusai te hace gritar [No sabía que uno pudiera ser tan aterrador con el azul y el verde], pero en su caso, con sus líneas, su dibujo… te dices a ti mismo: estas olas son garras, el barco está atrapado en ellas, puedes sentirlo”.
5. Su precio
En marzo del 2021, un grabado de La gran ola realizado a mediados de 1831 se vendió por 1.6 millones de dólares en una subasta de arte japonés y coreano organizada por Christie’s Asia en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, no siempre fue así.
En 1842 el precio de cada impresión de La gran ola se había fijado en 16 mon, una suma que, según la BBC, podría compararse al precio de “una ración doble de fideos”. Por aquel entonces era un arte barato pero muy rentable que a la gente le gustaba para adornar sus viviendas.