Los animales nos tienen miedo. Y tienen razón. Se refugian unos dentro de otros escapando del hombre, como si estuvieran dentro de las muñecas rusas donde una contiene otra más pequeña y en un juego que parece no tener fin. Los animales de Agustina nos muestran la doble cara de la animalidad: por un lado representan las fuerzas instintivas, las más feroces; los animales se matan unos a otros en su afán por conseguir la supervivencia. Por otro lado, son fuente de sustento para el hombre. El hombre también mata al animal para vivir de su comida, pero es claro que muchas formas de caza y de persecución de especies en peligro atentan más directamente contra la preservación de esas especies que ya no tienen lugar donde puedan sentirse seguras. Estos cuadros de escenarios salvajes les brindan este entorno, un sitio imaginado donde pueden desplegar toda su belleza y nadie vendrá a cazarlos para quitarles la piel. “Una zoología fantástica ocupa el territorio de la mente para que podamos hurgar en las infinitas cavernas de la imaginación”, propone Renato Rita.
Agustina Mazzocco es artista visual, nacida en Buenos Aires en 1987 y recibida en la Nueva Escuela de Diseño, de la carrera de Bellas Artes. Asistió a clínicas y talleres de Juan Astica, Marcela Davidson, Juan Doffo y Andrés Waissman. Está por participar con otros artistas de Argentina y del exterior en la New York Art Book Fair Moma PS1, entre ellos Pedro Roth. También participó de la iniciativa #ojoconlacolilla promovida por el Congreso de la Nación, pintando las tapas de los tachos para las colillas de cigarrillos, en un proyecto ecológico, invitada por la ONG Ecohouse. Algunas de sus pinturas se encuentran en colecciones de Estados Unidos y Canadá.
Quizás al pensar en el mensaje ecológico de estas obras, sería pertinente citar a la poeta e investigadora Graciela Maturo, cuando habla de la tierra como casa: “Al religarse a un entorno ecológico el hombre recobra el sentido de la pertenencia a un paisaje: el oikos, la casa. La tierra se convierte en horizonte de la vida, origen del sustento, asiento de la morada, símbolo que venerar y no cosa a ser destruida y depredada”.
La presente muestra nos enfrenta con estas cuestiones ecológicas, ligadas sobre todo a la supervivencia de las especies y pone de manifiesto que el arte es una de las vías que nos insta a cobrar conciencia sobre temas fundamentales para nuestro planeta. La frase “abrigo animal” ¿estará haciendo referencia a los abrigos hechos con pieles de animales (con una intención irónica, de protesta) o al refugio que muchas veces encontramos en ellos (considerado un abrigo, como el de la naturaleza)?
La exuberancia de las pinturas de Agustina hace pensar en Henri Rousseau y sus paisajes selváticos. Los colores son fuertes, jugados, las criaturas muchas veces nos miran frontalmente como reclamando algo o simplemente observándonos. La paleta vibrante se acentúa en las líneas de distinto grosor. A veces hay solo cabezas de animales que hacen pensar en máscaras con propósito ritual. También hay algo que remite a las pinturas de las tribus huicholes o africanas. Un cierto vínculo con el chamanismo y por qué no pensar en seres que han venido de otros mundos, aparecidos en pleno trance. El esquematismo y la falta de profundidad son otras estrategias para lograr una cierta impronta de lo ingenuo, aunque con un mensaje desconcertante; habrá que determinar si estos animales son tan simples como parecen o esconden otras facetas no perceptibles a simple vista. ¿Cuánto hay de animal, de instintivo en cada uno de nosotros? ¿Será el instinto el que finalmente nos salve de los excesos de la razón, y consecuentemente de la extinción? Visitar esta muestra es otra oportunidad para seguir haciéndonos preguntas y disfrutar de un despliegue visual explosivo.
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El abrigo animal puede visitarse en la galería Zamora (Guido 1831, CABA), hasta el 5 de octubre. A continuación más imágenes: