Hace unos años, en el marco del Festival de Arte y Pintura en San Francisco del Monte de Oro, a Martín Agazzi le consultaban si el mural que estaba pintando retrataba el vínculo entre el hombre y los animales. “Eso ya se lo dejo a interpretación del observador. No me gusta mucho explicar lo que pinto”, afirmaba el artista. Las escenas cotidianas que construye el pintor y muralista conocido como El Keni proponen dejar en suspenso a la palabra y concentrarse en la observación de colores, formas y sensaciones. Lejos de cualquier truco de magia para atraer espectadores, sus murales proponen un contacto más íntimo, como si se tratara de ver una historia que nos toca de cerca.
Agazzi nació un 24 de noviembre de 1984 en Merlo, provincia de Buenos Aires. De chico se entretenía en la plaza con sus hermanos o en el taller de juguetes de madera que tenía su padre, donde jugaba con las herramientas y se la pasaba dibujando. Entre las creaciones que más recuerda estaba una granja llena de animales y una casa con forma de tubo de témpera donde viviría de grande: de chico había tomado la decisión de ser artista. Cuando creció, estudió artes visuales en la Universidad Nacional de las Artes y realizó diversos talleres con Miguel Ángel Bengochea, Inés Oviedo, José Marchi y Abril Barrado, junto a quienes encontró su propio camino: la pintura.
Hubo un tiempo en el que se desvió del arte y comenzó a trabajar y a tocar en una banda. No fue hasta los 28 años, luego de leer las revelatorias Cartas a Theo de Vincent van Gogh, que finalmente decidió entregarse a la pintura. Se inició en un taller de mural, donde luego fue asistente y después comenzó a realizar sus primeros murales a pedido. ”Me di cuenta que podía trabajar pintando y arranqué de lleno – dice El Keni en conversación con Indie Hoy-. Con el tiempo fui entendiendo que, más que trabajar a pedido, lo que me interesaba era hacer mi propia obra”.
Personas que descansan con tranquilidad o que duermen en la calle porque no les queda otra. Perros que acompañan la alegría o la tristeza de los humanos. Estas son algunas de las imágenes que El Keni ofrece en forma de pinturas, murales o esculturas. El descanso aparece como un tema protagónico en sus obras. Este podría simbolizar una necesidad, un deseo o meramente lo único que se puede hacer luego de un día difícil.
“Mis referencias son la naturaleza, las plantas, los colores del cielo y los paisajes, mi entorno. La mayoría de mis obras tratan de situaciones y personas que veo cuando ando por la calle; mis amigxs, las casas y los lugares en los que ando, los animales”. El Keni se nutre de todo lo que tiene a su alrededor para pintar, pero pareciera que también selecciona escenas que incomodan a la gente que camina por Buenos Aires: hay mochileros, trabajadores, indigentes. Todas parecen vivir en un mundo donde las horas pasan lento y el agotamiento es ley.
A la hora de realizar un mural, al artista no le gusta hablar de inspiración y prefiere poner el foco en cosas que le llaman la atención para luego reflexionar sobre ellas. Luego de darle muchas vueltas a esas imágenes, intenta traducirlas en colores y formas. Algo de este proceso le remite a cuando era niño y dibujaba o pintaba. “En mi caso, la obra es una forma de autoconocimiento –dice–. Trato de que la obra me refleje y revele aspectos de mí. Después, lo que se vea e interprete, o lo que le resuene a quien vea la obra, depende de la persona”.
Además de murales y pinturas, El Keni creó un personaje que se llama “El Fisu” y que se manifiesta en forma de una escultura pequeña. La creación nace de un mural fallido donde el artista intentó armar una escena a partir de una persona durmiendo en la calle. El resultado no le gustó pero no desechó la idea; en ese momento estudiaba escultura con Abril Barrado y decidió continuarlo. Un “Fisu” se crea a partir del modelado en yeso, luego viene la pintura y el último paso: pegarlos en diferentes lugares de la ciudad.
“Al poco tiempo que empecé a pegarlos en la calle, surgió hacer la muestra Fisuras donde además de exponer unos óleos, 20 artistas participaron interviniendo un Fisu cada uno -cuenta El Keni-. La recaudación de las ventas de estos se destinó a un centro cultural donde funciona una olla popular. En el espacio se puso un tanque y se hizo la conexión de agua potable”. El espacio donde sucedió la muestra fue Local Support y participaron artistas como Tomi Pomo, Paul Sende, D-mian Arh, Hernán Di Filippo y Maximiliano Bagnasco, entre otros.
Las obras de Martín Agazzi generan esa sensación extraña de estar mirando algo muy conocido y que nos gustaría tener lejos. Sus pinturas y murales son la evidencia de un sistema que falló, pero también la oportunidad de convertir la cruda realidad en una fantasía. Tampoco hace falta hacer conjeturas ni buscar significados intrincados. Mirar es lo único que importa. Mirar para después sentir.