Las personas le dedican mucho tiempo a las ilusiones, sobre todo a las que viven en las pantallas de los celulares o en las computadoras. Ilusiones de una vida más saludable, de viajes por el mundo o la ilusión mezquina de ganar una discusión en Twitter. En el mundo existe una sobrecarga de información donde no hay distinción entre lo real, lo virtual o lo digital. Todo sucede muy rápido y lo que no se ve, no existe. Estos tópicos son de interés para el artista argentino-español Felipe Pantone. Con sus obras geométricas, en las que fusiona el diseño, la tipografía, el grafiti y la arquitectura, busca ser un representante de su tiempo, un testigo fiel de la vorágine que implica ser contemporáneo.
Felipe Pantone nació en Buenos Aires, Argentina en 1986. Cuando tenía diez años, junto a su familia se mudó a Torrevieja, ciudad española de la provincia de Alicante. Descubrió el grafiti con los turistas que iban a pintar la ciudad y los amigos que conoció allí. Empezó a pintar a los 12 años y fue entonces que desarrolló la paleta de colores que lo acompaña en todas sus obras hasta el día de hoy. “El uso de los colores viene del trabajo en la calle. Cuando pintas un grafiti, tienes que tener en cuenta dos cosas: que existen otros grafiteros a tu alrededor y la publicidad en la vía pública“, cuenta Pantone en conversación con Indie Hoy. “Me di cuenta que si acentuaba el contraste, utilizando blanco, negro y colores muy saturados, mis grafitis cobrarían más protagonismo”.
El artista se graduó en la carrera de Bellas Artes por la Universidad de Valencia, aunque aprendió a pintar en la calle junto a otros grafiteros. Formó parte de los colectivos D.O.C.S. y Ultra Boyz, realizó murales para el Palais de Tokyo de París (Francia), los edificios del Instituto Tecnológico de Monterrey (México), la Albright-Knox Art Gallery de Búfalo (Estados Unidos) y miles de intervenciones callejeras a lo largo del mundo.
El artista construye formas geométricas con tonalidades brillantes y poderosos gradientes que convocan a mundos futuristas. Luego, las imágenes se aplican a cualquier soporte: edificios, autos, aviones, trenes, joyas o inclusive ropa. Entre sus trabajos más destacados se encuentra la serie Chromadynamica, donde una combinación de colores, que recuerdan a la señal de ajuste en los televisores de los 90, se imprime en las paredes de los edificios, en cuadros o en una instalación hecha con finas varas suspendidas en el aire. En 2016, la serie llegó a Argentina y cobró vida en las paredes de la Usina del Arte (Buenos Aires).
Son muchos los términos que se utilizan para definir el trabajo de Pantone: abstracción, arte óptico, cinético, Pixel Art, Street Art, entre otros. Demasiadas etiquetas para una obra que puede ser vista desde diferentes ángulos. “Creo que trabajo ciertos elementos desde la abstracción, sin mensajes muy explícitos y todo muy abierto a la interpretación. Mis trabajos te llevan a pensar los tiempos presentes, esto es lo que me moviliza y quiero transmitir. Yo quiero ser un representante de lo que está pasando hoy”, afirma Pantone.
Uno de los intereses más fuertes del artista es el presente y su ritmo vertiginoso, donde todo es urgente y todo es ahora o nunca. Pantone afirma: “Todo me inspira. Desde las artes visuales hasta el cine y la literatura. Me interesa la tecnología, la moda, el diseño, la automoción y las personas, pero mi trabajo siempre se relaciona con la actualidad: vivimos en tiempos muy rápidos, de estar muy conectados. Tiempos globalizados donde hay pocas diferencias entre grafiteros de Argentina, Valencia o Corea del Sur”.
Además de haber colaborado con Julian Casablancas para el arte de tapa de Virtue, álbum de su banda The Voidz, Pantone tiene un extenso historial de colaboraciones con marcas como Puma, para la que creó una colección cápsula de calzado. O con Alpine, fabricantes de automóviles deportivos y de competición para Fórmula 1: con ellos diseñó una edición limitada del coche Alpine A110. También colaboró con el músico colombiano J Balvin en el diseño de indumentaria para la feria internacional Beyond the Street.
Pantone dice que ”las obras de arte son objetos que en su mayoría están a la venta, por lo tanto se pueden convertir en productos”. Sin embargo, hace una distinción entre el trabajo en su estudio y las colaboraciones con marcas: “Mi trabajo en el estudio es totalmente libre, sin partir de formatos predeterminados. Lo que hago allí no lo considero un producto”.
Felipe Pantone intenta convertir la luz, el movimiento y el color en una experiencia representativa de la época actual. No emite juicios de valor y solo busca ser un testigo silencioso de su tiempo. Su interés por el presente podría resumirse en la afirmación que realiza Nikki Brand, personaje interpretado por Debbie Harry, en la película Videodrome: “Creo que vivimos saturados de estímulos. Buscamos constantemente la sobreestimulación como un fin en sí mismo. Nos sobrecargamos de eso. Siempre queremos más, ya sea táctil, emocional o sexual”.
El artista no muestra su cara al público, dice que no aporta nada y que prefiere que se concentren en sus obras. Aparece de espaldas en las filmaciones o utiliza lentes o barbijos. Los primeros artistas abstractos del siglo XX afirmaban que todo lo que uno puede ver es en realidad la máscara de algo más verdadero. A lo verdadero lo llamaron abstracción. Con o sin máscaras, el mundo de Felipe Pantone es luminoso y voraz. Acercarse a sus obras es como mirar fijo mucho tiempo al sol, algo peligroso y muy tentador.