Cuando el pop art surgió en Inglaterra en la década de 1950, sus artistas pretendían colocar el arte en contacto con la realidad del mundo. Los temas esenciales de este movimiento artístico tomaban inspiración de la vida en las ciudades, los cómics y los medios de comunicación masivos, reutilizando estos aspectos en forma de crítica. Las representaciones figurativas y realistas a la vez y el lenguaje simbólico y representante de objetos existentes colocaron al pop art rápidamente en la vanguardia del arte europeo y norteamericano.
En la actualidad, son muchos los artistas que se siguen identificando con en este movimiento y sus variantes como el arte brut y el street art. José Naharro es uno de los representantes que tomó la posta del movimiento en Europa y que progresivamente se expande hacia el resto del mundo.
La Fundación Naharro
José nació en Aragón hace unos largos años. El dato concreto de su edad no es revelado por el artista porque entiende que “la edad es solo un número, algo para poner en los registros, cada cual tiene la edad de sus emociones, y sensaciones”. Las emociones y sensaciones de Naharro en relación con la pintura empezaron desde niño ya que nació en el seno de una familia de artistas.
Luego de estudiar Bellas Artes en Zaragoza se afincó en Suiza donde, además de fanatizarse por los deportes de montaña, comenzó a desarrollarse en plenitud como artista de pop art. Desde su taller, Naharro conquistó el mercado del arte árabe, ruso y chino y planea expandir sus obras por Latinoamérica, pero tuvo una revelación fundamental en su carrera. “Mis pinturas me dieron muchas satisfacciones económicas, hasta que comprendí que un pintor es tan solo un hombre que pinta para vender -reflexiona-. Eso es distinto a ser un artista y fue el click que me abrió los ojos. A partir de allí, di curso libre a mi pasión con el objetivo de representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior”.
El compromiso que Naharro asumió se materializó en la fundación y museo que está formando en Madrid. El principal objetivo, en sus palabras, “será transmitir los conocimientos de los artistas, creando un espacio donde todos puedan profundizar su observación, intercambiar diferentes puntos de vista, concepciones, sentimientos y pensamientos; que se creen historias y que nazcan relaciones entre la obra y espectador”. “La razón por la que quiero hacer la fundación es justamente es para ofrecer mi obra a todos y no solo a algunos privilegiados”, agrega el artista.
La fundación también tendrá como principales interlocutores a niños y adolescentes que están dando sus primeros pasos. A ellos, José les recomienda “ser conscientes del paso que van a dar y la repercusión que va a tener en sus vidas. Un artista joven tiene muy poco historial por lo que debe ser sincero consigo mismo y no dejarse seducir por la visión platónica del pintor que le gustaría ser”.
El trabajo de José
Naharro es un confeso admirador de Pablo Picasso y también usa muchas citas de Albert Einstein. Pero más allá de las obras o los avances científicos que estos lograron, hay una particularidad que los une en la cosmovisión de José, y es el trabajo. Para Naharro es tan importante la constancia en el trabajo como el factor talento. Frases como “la inspiración no es todo, como decía Picasso, tiene que concretizarse trabajando” y “el genio se hace con un 1% de talento y un 99% de trabajo, eso era lo que decía un genio como Einstein” ponen en tapete la constancia de José a la hora de trabajar.
Una de las particularidades de este artista es que puede pasar dos o tres días trabajando sin parar. La pintura es para José la forma de desconectarse de la realidad y la compara con las drogas o bebidas que algunos artistas usan para alcanzar un estado de trance o alucinación “que son necesarios cuando se trata de un trabajo más fuerte que uno mismo”. “Yo encuentro esa fuerza aislándome totalmente sin ver pasar las horas ni los días”, dice el artista. Igualmente, explica que llegó a un cierto punto en el que necesita alejarse de a ratos de la pintura para recargar las energías.
El contexto de la actual pandemia llevó a la sociedad a situaciones de aislamiento nunca antes pensadas. Para un artista esto puede influir de maneras oscilantes, entre negativas o positivas, pero nunca será indiferente. En el caso de José, el aislamiento ya era una método y un efecto, por lo que la pandemia influenció de manera positiva en su obra. “Ahora mis obras tienen más rebeldía, energía positiva y fuerza que nunca”, afirma el artista.
A pesar del aislamiento como método y efecto de su obra, José tiene muy en claro las conexiones que realiza cuando pinta: “Pintando busco ese impulso creativo que, en la infancia, todos llevamos dentro en mayor o menor medida, pero cuando somos adultos por las influencias del mundo activo, la industrialización y la rentabilidad perdemos esa fuerza creativa”.
Más pronto que tarde, las obras de Naharro llegarán a Latinoamérica. Para fin de año el artista planea desembarcar en Cuba y, a partir de allí, comenzar a bajar geográficamente para elevar su leitmotiv y deseo como artista: “Quiero que mi pop art revisited sea la referencia del presente para el futuro y se transforme en legado del pasado para las generaciones futuras”.