El 22 de abril de 2021, la ilustradora argentina Lía Copello subió a su cuenta de Instagram una viñeta protagonizada por una estrella. El personaje daba dos consejos muy importantes para combatir la tristeza y la soledad: el primero era escuchar el disco El amor después del amor de Fito Páez y el segundo era confesarle a un ser querido que uno no soporta la soledad. Estrellas que hablan, chicas al borde de un ataque de nervios, animales tiernos y memes dibujados son parte del universo de Lia Copello, creadora de contenido y humorista gráfica. Sus historietas cuestionan temas como la amistad, los vínculos sexoafectivos y la deconstrucción, entre otros.
Lía Copello nació un 29 de febrero de 1989 en Neuquén, pero vivió toda su vida en Buenos Aires. Dibuja desde la infancia impulsada por su padre, siempre se lo tomó como un juego y nunca estuvo en sus planes ser una artista. Copello afirma que sus influencias vienen por el lado de la animación y la música: “De chica miraba muchos dibujos animados: Los Simpson, todas las series de Nickelodeon y de Cartoon Network. En mi adolescencia me influenció mucho escuchar bandas de chicas. En esa época no estaba tan naturalizado el hecho de que las mujeres podíamos hacer cosas. Me gustaba y todavía me gustan bandas como Bikini Kill, Patti Smith, Björk y Rosario Bléfari”.
Copello es locutora radial, estudió varios años publicidad y trabajó como redactora para algunas agencias. En 2014, agotada del mundo de los publicistas varones, creó el personaje de La Cope: una chica que toma cervezas con sus amigas, habla de la menstruación y expone diversas situaciones cotidianas que atraviesan las mujeres. Al personaje le gusta comer y cuestionar los cánones de belleza mientras se ríe de sus temores y contradicciones.
Por insistencia de sus amigas, la artista subió sus historietas a Facebook y se viralizaron enseguida: un montón de chicas le daban likes a sus posteos, etiquetaban a conocidas y agradecían que alguien pudiera darle imagen a sus dilemas cotidianos. Sobre su vínculo con el personaje, la artista afirma: “Al principio era una interpretación de mí misma, una manera de contar lo que me pasaba, lo que observaba de mis amigas y del día a día. Pero con el tiempo eso cambió, el personaje se fue desprendiendo y tomó vida propia”.
La artista no tiene filtro pero tampoco es cruel, es ácida pero se compadece con el sufrimiento ajeno, tampoco busca ser canchera ni vender una fórmula para ser una mujer plena. Discute el lugar de la mujer en la sociedad a partir del humor, sin ánimos de educar a nadie. Sus dibujos no son clases de feminismo express ni discursos pomposos, son imágenes donde la gran mayoría de las mujeres se pueden sentir identificadas. La Cope intenta romper con estereotipos y naturalizar cuestiones que suelen ser tabúes, como hablar de sexo, sentirse insatisfechas con la vida y vivir en un eterno estado de incertidumbre.
A veces el mundo puede ser un lugar hostil, que todo el tiempo reclama movimiento y productividad. Los personajes de la autora padecen esta lógica y se quejan sobre el trabajo, están agotados y tienen ganas de tirar todo al vacío. Los dibujos también muestran que a veces las dudas existenciales no tienen respuesta y lo mejor que uno puede hacer es relajarse y juntarse con las amigas a tomar cerveza y comer. Los personajes pueden ser amigues, amigas o amigos de La Cope. Sobre esto dice: “Siempre dibujé amigues de La Cope, no necesariamente personajes femeninos. Las características visuales de los personajes no expresan un género en particular”. Copello no solo dibuja chicas ni tampoco hace humor para chicas. En su mundo puede entrar cualquier espectro, desde los bichos más raros hasta una señora que se tiñe el pelo de rosa.
La escritora inglesa Virginia Wolf decía que una mujer con las necesidades básicas resueltas debía invertir su tiempo en la lectura, y mejor aun si lo hacía en compañía de mujeres curiosas. Lía Copello pareciera haber entendido la consigna al pie de la letra. Sus dibujos son un punto de reunión donde la risa se vuelve transformadora, un pequeño refugio contra el eterno juicio que ejerce el mundo sobre sus habitantes.