A mediados del año pasado hablamos de “La Mona Lisa“, la icónica obra de Leonardo da Vinci, luego de que varios medios informaran que uno de los tantos misterios alrededor de la pieza había sido revelado. En dicha oportunidad, se trató de estudios que explicaban lo icónico de la particular sonrisa de “La Gioconda”.
Ahora, otro secreto de la popular obra de arte ha sido develado. El mes pasado, la BBC publicó un artículo escrito por Kelly Grovier, crítico de arte estadounidense, en el que se hace hincapié en un detalle oculto que podría darle una nueva mirada a la obra: la silla en la que está sentada la mujer.
Quizás muchos nunca le hayan prestado atención a dicho objeto, pero de acuerdo a las reflexiones de Glovier, es un detalle más que relevante:
“Al girar su mirada ligeramente hacia la izquierda para encontrarse con la nuestra, la Mona Lisa no está sentada en cualquier banco o taburete viejo, sino en la conocida popularmente como silla pozzetto. Con el significado de “pozo pequeño”, el pozzetto introduce un sutil simbolismo en la narración que es tan revelador como inesperado”.
“De repente, las aguas que vemos serpenteando con un movimiento laberíntico detrás de la Mona Lisa (ya sea que pertenezcan a un paisaje real, como el valle del río italiano Arno, como creen algunos historiadores, o enteramente imaginarias, como sostienen otros) ya no están distantes y desconectados de la modelo, sino que son un recurso esencial que sustenta su existencia. Literalmente fluyen hacia ella”, reveló Grovier, quien agregó:
“Al situar a la Mona Lisa dentro de un ‘pozo pequeño’, Da Vinci la transforma en una dimensión siempre fluctuante del universo físico que ocupa. […] La Mona Lisa no está sentada frente a un paisaje. Ella es el paisaje”.
“Al igual que con todos los símbolos visuales empleados por Leonardo, la silla pozzetto es multivalente y sirve más que simplemente para vincular a la Mona Lisa con la conocida fascinación del artista por las fuerzas hidrológicas que dan forma a la Tierra. La sutil insinuación de un ‘pocito’ en la pintura como el canal a través del cual la Mona Lisa emerge a la conciencia reposiciona la pintura por completo en el discurso cultural. Este ya no es un retrato simplemente secular, sino algo espiritualmente más complejo”, concluyó.