Detrás de las grandes pinturas de la historia del arte suele esconderse más que solo belleza. Existe de hecho una controversia que incluye secretos de estado, decisiones políticas y alianzas alrededor de Salvator Mundi, una imagen de Cristo atribuida a Leonardo Da Vinci. Esta autoría ha sido objeto de debate a través de los años y ahora llega el documental Da Vinci a subasta: la historia del Salvator Mundi de Antoine Vitkine, periodista francés, a desatar varios elementos que rodean este tema.
La obra se subastó en 2017 por 450 millones de dólares y la adquirió el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán (MBS). Desde ese momento, los intereses políticos comenzaron a rodear la obra, su exhibición y, más problemáticamente, la visibilización de la verdad. Acorde a lo que desmantela este documental, el cuadro se habría creado en el taller de Da Vinci pero no sería de él y este dato habría sido confirmado por el Louvre en 2018, aunque la información nunca se hizo pública.
En 2019, el cuadro iba a ser expuesto en una retrospectiva del pintor renacentista como resultado de presiones por parte de Arabia Saudí. El periodista expresó: “El Louvre rechazó exponer el cuadro bajo la firma de Leonardo Da Vinci, como exigía Bin Salmán, y el caso llegó hasta el Elíseo para que se tomara la decisión, pero pese a todo se guardó el secreto sobre los descubrimientos científicos”.
Las intenciones de Arabia Saudí de incluir este cuadro en la retrospectiva fueron meramente políticas y estratégicas: “El Elíseo nos explicó que para MBS era importante presentarse como la persona que abrió culturalmente Arabia Saudí y como un símbolo de modernidad”, se expone en el controversial film.
Además, otros informantes que forman parte de la investigación documentada suman más razones de interés para exponer la obra bajo una dudosa autoría: “Al comprar ese cuadro, un cuadro europeo, una imagen de Cristo, quería enviar también un mensaje a Occidente demostrando su modernidad y occidentalización”.
Así, desde Arabia Saudí el cuadro se envió al museo francés para ser peritado y dilucidar quién fue su autor. Los resultados arrojaron que Leonardo Da Vinci solo colaboró, pero no era de él. El interés residía en presentarlo junto a La Gioconda, pero el museo se negó a hacerlo de esta manera, ya que hubiera sido una farsa y ponía en juego la credibilidad del Louvre y de Francia.
El creador del documental concluye: “Desde el momento en que el Louvre rechaza que se socave su credibilidad, el acuerdo, supongo, fue guardar el secreto. Por eso no ha hablado jamás el Louvre. Guardar el secreto es salvar la cara de Bin Salmán”.
Recientemente, y a propósito de esta obra, reportamos que un historiador llamado Ben Lewis se volvió noticia por realizar un NFT de la misma, el cual intentará vender por casi 450 millones de dólares –como la original-.