¿Por qué un artista decide pintar un bosque? Se podría decir que los artistas intentan encontrar retazos de poesía en los árboles, en los nidos de los pájaros y en el cielo. También se podría decir que pintar un bosque equivale a habitarlo, a estar ahí y transformarse en un integrante más del paisaje. Las pinturas de Marcelo Canevari demuestran una mirada atenta sobre la naturaleza y sus elementos, como si el artista se hubiera criado en medio de la selva misionera o en un bosque mágico. Canevari es ilustrador, pintor y recientemente creó, junto a Ornella Pocetti, la tapa de Post Mortem (2021), el disco debut de Dillom. Sus obras seducen y atrapan, solo basta con mirar y dejarse llevar.
A los 16 años, Canevari trabajó como asistente de su padre, el naturalista Marcelo José Canevari, y aprendió a dibujar y pintar con la ilustración científica, disciplina que se encarga de representar información del mundo con extrema claridad, precisión y objetividad. Canevari hijo aprendió a copiar diversos animales respetando su anatomía, poses y el volumen de sus pelajes. Junto a su padre diseñaron varias guías de mamíferos y aves migratorias para parques nacionales y reservas ecológicas. “La ilustración científica te exige mucho desde lo técnico. Por ejemplo, las guías sirven para la identificación del animal, entonces hay que ser preciso con el color, volumen y anatomía. No podés hacerlo así nomás y zafar. Fue un periodo de formación que me obligó a pintar con exactitud todo lo que observaba”, dice el artista. Este fue el primer paso para desarrollar una técnica sólida y encontrar las imágenes que protagonizan sus pinturas: los paisajes naturales y animales, pero donde antes había rigor científico ahora hay un desborde fantástico, parecido a los cuentos de los hermanos Grimm y a las películas de terror de los años 80.
A los 22 años junto a su hermano y unos amigos crearon la banda Julio y Agosto. Canevari diseñó la tapa de los discos y los flyers de los recitales. Era la primera vez que utilizaba sus conocimientos para algo más artístico y le tomó el gusto. Ornella Pocetti, otra artista visual, lo incentivó a trabajar más allá de la ilustración científica y los trabajos a pedido. Fue entonces que el artista decidió crear imágenes más personales, inspiradas en mundos oníricos y en los trabajos de los pintores naturalistas europeos del siglo XIX, donde la pintura era sinónimo de conquista y descubrimiento. Pero a Canevari le interesa otra cosa: cruzar la imaginación con la realidad.
El artista crea pinturas donde los zorros gigantes conviven con los humanos, animales humanoides juegan a girar en una ronda alegre y sospechosa, un grupo de fantasmas observa a una pareja que espera a la muerte en una carpa. Son varias escenas y varios personajes en una sola pintura, el ojo tiene que recorrer cada espacio con sumo cuidado y atención.
Canevari diseña escenas a partir del humor, el miedo y la fantasía, como si las obras fueran las hojas de un libro sin género, un mutante literario que ofrece imagenes que seducen, atrapan y, a veces, parecen morder. Canevari expone una diversa gama de colores verdes y crea una naturaleza inquietante. Para el poeta español Federico García Lorca, el verde era sinónimo de muerte y aparecía en el bosque, la luna y en los árboles, escenarios ideales para un crimen de amor o una traición familiar. El verde Canevari sugiere un evento trágico a punto de suceder, una tensión que crece y crece.
El artista se inspira mucho en las películas de terror, como Midsommar, Hereditary, A Ghost Story y Suspiria, entre otras. “Me gusta pensar mis pinturas como escenas de una película. Soy fan de lo narrativo e intento que haya un relato oculto. Mi objetivo es que el espectador empiece a realizar un trabajo de detective, tratando de entender qué es lo que está pasando, hacia dónde va la historia”, dice. También le interesa mucho la literatura de Mariana Enriquez y Samanta Schweblin, los trabajos de Mildred Burton y Fermín Eguia, artistas que desarrollaron obras donde la naturaleza tiene un rol protagónico.
A mediados del 2021, Canevari y Ornella Pocetti fueron convocados por Dillom para realizar el arte de tapa de su disco debut Post Mortem. Dillom y su equipo habían visto el trabajo de los dos artistas en Instagram y les pareció una buena idea realizar una colaboración.
Los pintores diseñaron una fábula visual donde Dillom es el centro de una sesión de espiritismo entre fantasmas y criaturas que acechan al músico, animales muertos que podrían simbolizar la inocencia y niños disfrazados que confrontan y reclaman su atención. En el fondo, el fuego comienza a devorarse todo el paisaje y la tormenta avecina catástrofes y cambios, como los episodios de vida que se relatan en todo el disco. Post Mortem se distancia del discurso aspiracional y egocéntrico de algunos traperos y se sumerge en un océano de ternura, rabia y excesos.
La tapa construye el principio de un cuento que solo puede terminar en música, muerte y resurrección. Canevari dice: “Su equipo nos contactó para ver si nos interesaba realizar algún tipo de colaboración para el disco y surgió la posibilidad de hacer la tapa en conjunto. Escuchamos las canciones para entender la propuesta y notamos que había algunas muy sensibles y tranquilas versus otras más pesadas y caóticas. Nuestra idea inicial fue crear algo donde pueda convivir lo tierno y lo oscuro. Tuvimos mucha libertad para crear y hacer lo que tuviéramos ganas, les pasamos un primer boceto, les gustó y seguimos adelante. Al principio pensaba que no les iba a gustar, la tapa que diseñamos no tenía nada que ver con la estética del trap pero fue bien recibido”.
Sus pinturas son escenas donde se esconde la magia y el terror, donde se puede llorar y reír al mismo tiempo, parecido al efecto que generan las cajas musicales antiguas. Son una invitación a perderse en el bosque, olvidarse del mundo ordinario y convertirse en un fantasma curioso, un ser sobrenatural que no emite juicio y se dedica a observar aquello que lo sorprende.