En la cultura japonesa ancestral, los espirales son un símbolo de peligro y la señal de un eterno loop entre la tragedia y la melancolía. En el 1800 eran asociados con fantasmas y la incapacidad para resolver sus pendientes en el mundo de los vivos. “El universo“, el último single de El Mató a un Policía Motorizado, responde a una lógica similar: es una canción que gira sobre sí misma en base al recuerdo de un beso que se hace cada vez más lejano, un amor que se murió sin encontrar la paz. Mile Barbeito fue la diseñadora encargada de realizar el arte de lo más reciente de la banda platense, interpelada por el encierro y la incertidumbre que impuso la pandemia. Su obra da cuenta de un recorrido fluido entre el diseño y la música, dos energías que se persiguen una y otra vez.
Barbeito nació el 19 de noviembre de 1991 en Córdoba, Argentina. Era una niña que dibujaba y pintaba todos los días, participaba en todos los concursos de dibujo y le hacía la tarea de artes plásticas a todos sus compañeros de la escuela. El arte configuró su niñez, bajo la influencia de su padre, un arquitecto profesional y pintor amateur. “Mi viejo me hablaba sobre pintores y sus técnicas o de sus obras más importantes. Además él pintaba mucho, en esa época yo estaba rodeada de óleos, grafitos, acrílicos y pinceles. Nuestra casa siempre estuvo llena de cuadros, eso fue muy lindo”, afirma la diseñadora en conversación con Indie Hoy.
La escena era siempre la misma: ver a su padre pintar en el garaje de su casa, escucharlo hablar del surrealismo, de Salvador Dalí, Rene Magritte, Joan Miró y Pablo Picasso, o mirar juntos películas de Giuseppe Tornatore. Todo era parte un gran plan para que la joven curiosa se meta de lleno en la carrera de Bellas Artes. No funcionó, Barbeito siempre estuvo más del lado del diseño. Un día su abuela paterna le regaló un libro para crear personajes de historietas. “Amaba ese libro -recuerda-. Incluía muchas maneras para hacer cada gesto. Creo que ahí empecé a pensar antes de dibujar, ya no se trataba de dibujar lo que veía o se me ocurría, tenía ganas de decir algo con lo que hacía“.
Luego del secundario estudió la tecnicatura en Diseño Gráfico y Publicitario en La Metro, escuela de diseño y comunicación audiovisual. Una vez finalizada la carrera, comenzó a trabajar en distintas agencias de publicidad y estudios de diseño. En paralelo trabajaba freelance y es ahí donde apareció su relación con la música y el diseño: siempre le salían trabajos para diseñar la tapa de algún disco, logos y cuestiones referidas a la identidad de una banda. También realizó un curso de Dirección de Arte en la Escuela Brother de Buenos Aires y después de unos años se anotó en la Licenciatura de Diseño en la Universidad Provincial de Córdoba, y obtuvo una beca de movilidad académica en la Escuela Superior de Diseño de la Región de Murcia, España.
“Confieso que me cuesta denominarme artista. Siempre me identifiqué más como diseñadora o diseñadora e ilustradora, a lo mejor por mi trayectoria académica, no lo tengo tan claro”, afirma Barbeito. Desde adolescente encontró en la imagen una fuerza inmensa para comunicar y poder decir muchas cosas. Por esta razón, siempre supo que su camino estaba más asociado al diseño y a la comunicación audiovisual. De chica creía que “las imágenes podían cambiar al mundo”. Algo de esta idea todavía persiste en su práctica.
A la hora de construir su identidad como diseñadora, Barbeito se puso una sola condición: “Estar siempre atenta a lo que está pasando, estar conectada con el mundo e intentar hacer algo que no sea solo para entendidos“. Su trabajo podría resumirse en una gran explosión de cosas diferentes, un intento desesperado para no atarse a ningún estilo ni a una sola forma de trabajo.
La síntesis y la simpleza visual son algunos de sus elementos característicos, seguidos de un control absoluto por los colores y su disposición cuasi quirúrgica en el plano. Sus referentes son Alejandro Ros, Max Rompo, Coco Cerella, Robert Beatty, Isidro Ferrer, Sawako Kabuki, Verónica Fuerte, Maitena y Power Paola, entre otros.
A Barbeito siempre le gustó mucho la música de El Mató a Un Policía Motorizado y con el líder de la banda tenían pendiente hacer una colaboración. “El universo”, el último de los cuatro singles adelanto que forman parte de su cuarto disco de estudio, fue la oportunidad perfecta para desempolvar un proyecto que ella había desarrollado durante la pandemia.
La tapa del single de El Mató es una adaptación de una serie titulada “Rumiar menos”, un sistema de seis ilustraciones. “Este proyecto personal lo realicé durante la pandemia. En esa época se dispararon las preocupaciones por la salud mental de la gente, y estar encerrados entre paredes tanto tiempo fue un desafío”, afirma la diseñadora.
Cuando ya tenía la canción lista, Santiago Motorizado eligió la ilustración de la serie que más le gustaba y desde ahí trabajaron juntos en una adaptación para el arte de tapa. La espiral flotante se puede asociar a una estética futurista pero también a los sigilos, símbolos de la magia negra que se utilizan para pedir deseos. Hay algo diabólico en el diseño, una extraña sensación de opresión e hipnosis que tiene su eco en la letra de la canción.
La imagen y la música podrían compararse con la sentencia que afirma la crítica de arte María Gainza: “Una jaula es perversa: no te sofoca sino que te acostumbra a vivir con la mínima cantidad de aire indispensable”. La balada es una jaula, algo que encierra en su lentitud, en la intimidad de su letra, en la representación de un amor que no funciona pero no se puede superar.
Para encarar un diseño, Barbeito arranca con un concepto o algunas palabras sueltas, luego viene una toma de decisiones y una negociación constante consigo misma, con sus gustos personales y con lo que realmente necesita el proyecto.
Desde hace algún tiempo volvió a bocetar a mano y reencontrarse con los lápices, los acrílicos, los crayones y cualquier material que remita a esa labor de la infancia. “Durante muchos años bocetaba directamente en la compu, porque me ganaba la ansiedad, pero ahora me gusta ver qué puede salir del proceso de hacer algo a mano alzada, disfruto mucho de la materialidad“, cuenta.
Mile Barbeito considera que el diseño y el arte pueden ser promotores de nuevas dimensiones e interpretaciones de la realidad. “Una canción o una imagen nos puede cambiar el humor, el rumbo de un día y hasta puede torcer la toma de una decisión“, afirma. Son dos puertas que dejan entrar a la música, sus posibilidades y también permiten valorar la incertidumbre. Más que ser meros trabajos por encargo, su práctica busca construir un espacio que no necesita certezas ni reglas claras, solo poder girar a su propia velocidad.