El cuadro de Frida Kahlo “Fanstasmones siniestros” fue quemado para aumentar el precio de un NFT. El responsable de este acto se llama Martin Mobarak, un multimillonario CEO de Frida&NFT, empresa que, de acuerdo a su sitio web, “crea el puente entre el mundo del arte tradicional y el potencial en expansión de la Web 3.0″.
“Esta iniciativa impulsada por la comunidad tiene la visión de introducir el trabajo de Frida en el metaverso y aprovechar su poderosa semejanza para reunir a una comunidad de coleccionistas, creadores y amantes del arte en una misión para fusionar el mundo del arte tradicional con el potencial en expansión del mundo del arte digital e inmortalizar la historia de las humanidades” explican desde el sitio.
Desde su reciente aparición, son muchas las dudas que el mundo del blockchain y los NFTs han generado en las personas que no se adentraron en dichos conocimientos. Lo que está fuera de cuestionamiento es lo fuerte que resulta escuchar que una persona se atrevió a quemar un cuadro de la reconocida artista mexicana con el fin de aumentar el valor de sus NFTs.
Mobarak organizó un evento al que convocó fotógrafos y medios de comunicación, dando lugar a toda una ceremonia. Lo siguiente fue lisa y llanamente quemar una obra original de Kahlo, que tenía una tasación que promediaba los 10 millones de dólares. El objetivo del empresario era, al hacer desaparecer a la obra física, aumentar el valor de su versión en non fungible token. De esta forma, a razón de comercializar 10.000 de éstas por un valor de 3 unidades de Ethereum (ETH), la ganancia podría acercarse a los 40 millones de dólares.
Económicamente es incuestionable que la jugada ha sido exitosa para el multimillonario y su compañía, pero a partir del hecho surgen preguntas intensas en el mundo del arte que tienen que ver con qué pasaría si esta “estrategia” se utiliza con mayor frecuencia y así desaparecen las obras originales con el fin único de aumentar el valor de sus análogas del ámbito digital.
Al respecto, Oscar Almarza de Mundo Deportivo reflexiona: “Debido a la poca experiencia que hay respecto a la cultura de los NFT y este tipo de políticas, muchos países no están preparados para el establecimiento de sanciones. En última instancia, este tipo de obras pueden llegar a formar parte del patrimonio histórico de un país, por lo que se podría actuar en consecuencia en el futuro”.