El 5 de noviembre se inauguró en el museo Malba Temporada Fulgor, una exposición dedicada al legado del Foto Estudio Luisita, fundado por las hermanas colombianas Luisa Escarria (Cali, 1929 – Buenos Aires, 2019) y Chela Escarria (Cali, 1930). Entre 1958 y 2009, el estudio fotográfico se dedicó a retratar a comediantes, vedettes, escenas del teatro de revista y la cultura popular porteña. La exposición intenta dar cuenta de los cruces entre el mundo del espectáculo, la fotografía doméstica y discutir acerca de las tensiones entre las imágenes de circulación masiva y la fotografía artística. La muestra se concentra en la producción del estudio durante los años 60 y 70, el periodo más alto del género revisteril.
Temporada Fulgor comienza con una gran alfombra roja. Los visitantes descienden por las escaleras hasta la entrada de la sala; pareciera que se transforman en famosos que serán atrapados por el flash de los paparazzis. Una pequeña dosis de glamour y terror antes de enfrentarse a las fotografías blanco y negro de una Carmen Barbieri sonriendo como si el mundo le perteneciera, una vedette negra envuelta en un traje de cristales y plumas brillantes y un comediante que busca complicidad con la cámara. Otras fotos representan cuadros de la revista porteña, donde la escenografía es gigante y hay miles de bailarines. Todo es exagerado pero muy fino y elegante, manejan una atmósfera similar a los videos musicales de Rafaella Carrà. Se quiere evocar a los teatros de la calle Corrientes, las carteleras, las luces y esos espectáculos tan denigrados por el “buen arte”.
Al entrar en la sala todo se vuelve menos espectacular y mucho más silencioso. El espacio es pequeño y las paredes pintadas de rosa salmón recuerdan a la casa de una tía sin hijos que dedicó su vida a las tareas domésticas. Se pueden ver fotos de Moria Casán, Susana Giménez, Nélida Lobato, Nélida Roca, Zulma Faid, Olmedo y Porcel, entre otras figuras del espectáculo de ese momento. Hay negativos recortados donde se ven siluetas de mujeres posando, desnudos que no excitan, peinados con mucho volumen, bailarines jóvenes, documentos personales de Luisita y Chela y un exceso de delineador. Las mujeres retratadas parecen tranquilas y felices, alejadas del calvario de ser sexys todo el tiempo y lejos de esos capocómicos machistas que tenían cierta influencia sobre sus carreras.
Luisita y Chela generaban un espacio seguro para estas mujeres y las imágenes así lo transmiten. Será el aura de nodriza que rodeaba a Luisita, su timidez, su casa-estudio llena de perros y canarios donde los famosos podían sacarse la máscara y ser ellos mismos. Estos elementos ayudaron a la composición de una imagen donde el erotismo y la ternura conviven de manera pacífica.
Sofía Dourron, curadora de la exposición comenta: “Hay algo particular en la mirada de Luisita. Ella era capaz de encontrar otras formas de habitar la fotografía y la pose. En algunas imágenes se puede ver cierta disociación entre la cara y el cuerpo. Por ejemplo una foto de Moria Casán en la que se percibe cierta ternura de principiante”.
En 2009, la fotógrafa y cineasta Sol Miraglia conoció a Luisita y quedó fascinada con todo el material del estudio. Desde entonces se dedicó a tareas de inventario, catalogación, acondicionamiento y conservación del archivo. El vínculo dio lugar a muestras, charlas y un documental en 2018 titulado Foto Estudio Luisita, co-dirigido junto a Hugo Manso. En 2019, luego de los aplausos y del merecido reconocimiento, Luisita murió y su legado sobrevive mediante el equipo de trabajo que formó Miraglia, en cada una de las fotografías del archivo y en los recuerdos de quienes fueron parte de sus sesiones. Se calcula que hubo más de 12 mil sesiones fotográficas desde la apertura del estudio hasta su cierre en el 2009.
“Todos los viernes después del trabajo me iba a lo de Luisita a tomar el té. Ellas me mostraron sus álbumes de fotos con autógrafos de Susana Giménez, Nélida Lobato, Moria Casán. Empezamos a generar una amistad con ellas desde nuestras sesiones de té, no era consciente de todo lo que sucedería después. Aunque ese living me pedía algo más, ese living lleno de retratos, me pedía que me quedara”, dice Sol Miraglia.
La exposición propone un diálogo entre el universo doméstico de las hermanas Escarria y su vínculo con las grandes celebridades. Hay retazos de un mundo íntimo donde la fotografía se nutre del poder del recuerdo y la nostalgia de otras épocas, épocas donde la labor fotográfica era artesanal y los negativos eran una parte clave en el quehacer del estudio. Los orígenes de las imágenes tenían que ver con una función comercial y de entretenimiento, pero la sala del Malba las expone como documentos sensibles: la técnica quedó rendida ante la mirada modesta de unas mujeres que entregaron su vida al arte de retratar.
Una de las fotografías tiene como protagonista a Diana, una de las perras de Luisita. Es un retrato donde la perra luce un tocado que utilizaban las vedettes en sus shows, una imagen representativa del espíritu del estudio: la ternura del animal convive con la exuberancia de la revista porteña. Así vivían las integrantes del Foto Estudio Luisita, en armonía con sus perros, sus pájaros, sus ceremonias de té y las vedettes del espectáculo. Las mujeres monumentales del espectáculo veían a las hermanas Escarria como unas aliadas incondicionales, las únicas con las cuales no tenían que competir, ni por el aplauso ni por la belleza.
El título Temporada Fulgor refleja las dos instancias de la exposición. Por un lado, el mundo del teatro de revista donde el brillo parece ser lo único que importa. Y por otro, la historia de una fotografía artesanal que, con el avance de la tecnología, desapareció y quedó olvidada en algún rincón de la calle Corrientes. Las imágenes discuten con las grandes obras de arte del museo, buscan ser un faro para entender las transformaciones de la cultura popular y renuevan las discusiones contemporáneas sobre una creación artística amateur, lejos de la técnica y que pueda revitalizar el lenguaje fotográfico.
Luisita y Chela Escarría decidieron vivir entre retratos y recuerdos. Junto a Sol Miraglia armaron un archivo de más de 40 mil imágenes que hablan de las mujeres en el espectáculo, el poder de aquello que se considera anecdótico y que el gran arte desestima y, sobre todo, el registro de una mirada particular, de un mundo cotidiano tan vital como necesario. Foto Estudio Luisita es una eterna reflexión sobre la importancia de crear con libertad y ser fiel a una visión de época, aunque esta termine y uno se quede atrás de las nuevas vanguardias. Las fotografías del estudio, a lo lejos, nos piden volver y encontrar belleza en los detalles, en un strass o en el retrato de una chica que pisa la gran ciudad por primera vez y sueña con ser famosa.
Temporada Fulgor, con curaduría de Sofía Dourron y colaboración de Sol Miraglia, puede verse hasta el 14 de marzo de 2022 en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA). Miércoles a lunes, de 12 a 18 h y con reserva previa en la web del museo.