La sala Astor Piazzolla del Auditorium de Mar del Plata es realmente grande y hermosa. Tiene unos asientos comodísimos y una cantidad impresionante de esferas casi planas pegadas al techo. Parecen ovnis. Un techo plagado de ovnis. El escenario y sus visuales en 3D, la marca del festival adaptándose a isotipos y tipografías icónicas de nuestras infancias y tempranas adolescencias; la música fusión contemporaneísima, los beats tan trabados como grooveros, los sintes y las voces souleras; miles de personas de todo el país y de otros países, disfrutando en tiempo real esa sensación que es descubrir algo: TRImarchi no parece pertenecer a este momento del mundo. Por tres días, tanto en la sala Piazzolla como en cada uno de sus espacios, TRImarchi se convirtió en una interrupción explosiva a la mala onda universal que nos rodea desde que todo volvió a estar a punto de prenderse fuego.
TRImarchi es el festival internacional de diseño más importante de Latinoamérica. No importa si sucede en un estadio, como antes, o en múltiples escenarios, como ahora: las chicas y los chicos en TRImarchi vienen siempre a aprender, conocerse, detectar, proyectar y, aunque suene horrible, soñar. Habría que traer a todos los que dicen que los jóvenes ya no se interesan por nada: estar presente en un auditorio gigante lleno de recién ingresados a la Universidad escuchando las experiencias de sus referentes y conociendo colegas de todo el país y el continente emociona de verdad.
Pero si algo dejó claro este TRImarchi 2018, el segundo que se realiza con cuatro agendas y en distintas locaciones, es que la influencia trimarchiana no se circunscribe únicamente a los tres días que dura el festival. Esos tres días son el núcleo de una onda expansiva que toca a cada rama del diseño en el país y el continente. TRImarchi conecta a diseñadores y creativos y esa conexión tiene un efecto profundo que se multiplica con los años. Es un símbolo de ello que un estudio como Hola Bosque, creadores de cientos de gráficas para bandas del indie como El Mató y Atrás Hay Truenos, haya nacido hace 10 años luego de un TRImarchi y este año haya abierto la serie de charlas del festival.
Una clave en TRImarchi es la apertura y la diversidad: desde charlas de diseñadores gráficos legendarios como Jonathan Barnbrook (diseñador de las tapas de los últimos álbumes de Bowie y creador de la tipografía Prozac, entre otras obras gigantes) y Andy Ristaino (diseñador de personajes de Adventure Time), pasando por Freddy Mamani (el arquitecto que está revolucionando la arquitectura de Bolivia) y Michael Rozenberg del estudio digital Ustwo (creadores de una de las apps más zarpadas de los últimos años, Monument Valley), hasta bandas y artistas musicales en ascenso como Gativideo, Violeta Castillo y Lo’ Pibitos.
Esa fiesta de curiosidad e inspiración se da en el epicentro de Mar del Plata: en plena rambla de los lobos, cruzando constantemente entre el Auditorium y el Hotel Provincial. En TRImarchi no hay un segundo de descanso: en el espacio entre charla y charla podés pasar por la muestra de posters de, por ejemplo, Santi Pozzi, George Manta y Kii Arenas, o ir a ver los stands de editoriales como Wai Comics o incluso revivir la infancia con los propios dedos jugando con Hugo por teléfono en la instalación realizada por Lateral View, la agencia digital que curó la agenda de tecnología.
El diseño es una disciplina. No es arte, no es ciencia, no es filosofía ni es ingeniería, pero tiene un poco de todas ellas. El diseño es una forma de observar y de actuar orientadas siempre hacia un mismo fin: entender a las personas y agregar valor en sus vidas. TRImarchi logra reunir tantísimas versiones y expresiones del diseño y enfocarlas bajo un mismo espíritu.
Así es que se logra cierto efecto TRImarchi que se nota no solo en las conversaciones que se tienen ahí, o en las charlas, o en las exposiciones o en las fiestas que se hacen a la noche en Club Tri y Normandina: se percibe en casi todo lo que nuestra generación produce, consume y reproduce día a día. En las redes, en la calle, en los escenarios, en las galerías, en las revistas, en las marchas, en las aulas. Ese es el acto de diseño de TRImarchi. Ese es su inmenso aporte en la narración de una juventud latinoamericana más diversa, inclusiva, abierta y proactiva.
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Foto principal: Santiago Vellini / Andrea Alegre.