No sé de folklore. Si alguien me pregunta cómo suena una chacarera, no tengo idea de qué ritmo tararear. Al Chango Farías Gómez lo tenía de nombre, pero nada más. ¿Y entonces? Ahora creo que La del Chango es una ineludible de la cinematografía argentina. Acá hay diez motivos.
Es sentarse a que te cuenten una GRAN historia
Supongo que toda esa gente que dice que los documentales son aburridos ya cumplió nueve años y cambió de opinión. Ojo, los entiendo, algunos documentales no tienen la presión de llevar al espectador sobre una nube de entusiasmo de principio a fin y si uno tiene mala suerte (poco criterio) a la hora de elegir, puede terminar clavándose con un embole. La del Chango no es el caso. Tiene ritmo, tiene variedad, va directo al corazón del asunto, no pierde el tiempo. Una hora y media que se pasa de toque.
Presenta la biografía de un artista ejemplar
La del Chango cumple con el cometido de toda biopic, mostrar las caras más diversas del mismo personaje, su vida, su crecimiento. Pero va más allá. En el proceso de contar la vida de Chango Farías Gómez podemos ver la biografía y los desafíos con los que se encuentra todo espíritu inquieto, siempre en busca de reinvención. No estamos ante la vida de un hombre que cambió la música para siempre, estamos ante el recorrido de un artista genial, de una persona impresionante.
Es una clase magistral sobre música popular argentina
El film no se queda en el personaje, con todo lo atrapante que resulta. Es porque Milton Rodriguez entiende que la única forma para contar quién fue el Chango es abriendo el abanico de su música. Así nos muestra el panorama del folklore nacional y la injerencia del Chango, relacionando su trayectoria con la propia historia musical argentina.
Deja que los expertos tomen la palabra
Quizás uno de los factores clave de la película es el tremendo trabajo de entrevista realizado. Pocas cosas causan más placer que escuchar a la persona indicada hablar sobre un asunto específico. Gracias a un fino trabajo de rastrillaje folklórico, los testimonios que llevan adelante la trama son de primer nivel. Y si uno lo piensa en términos de chusmerío: está buenísimo cuando los que saben-saben te tiran la posta.
Celebra la música desde la música
Una imagen vale más que mil palabras, y en el caso de esta película ocurre que una canción puede valer unas veinte imágenes, así que ustedes hagan la cuenta. La parte “audio” de “audiovisual” se ubica en un lugar de honor, y la imagen cede lugar a la escucha atenta, al real ejercicio de escuchar música. Mil puntos para el departamento de sonido y edición.
No recurre a golpes bajos
Lo primero que uno piensa cuando va a ver una película así es: “se viene el festival del golpe bajo”. Y aunque todo está dado para que eso ocurra (recordemos que la muerte de Chango ocurrió en 2011, durante la filmación), la investigación y las entrevistas respetan una idea superior de cine. Quizás por eso casi no recoge material de archivo ni necesita recurrir a la imagen de Chango.
Explica con claridad ideas musicales de vanguardia
Un gran acierto del film es que ofrece herramientas para que tanto inexpertos como conocedores puedan apreciar cómo se construye una idea musical. Es concreto: así hizo el Chango para componer tal o cual música, tomando esto de la chacarera propia, pidiendo aquello del flamenco español. En ese tipo de secuencias está concentrado el pequeño taller de composición de canciones y creatividad que a todos nos viene bien.
Apela a la sensibilidad más pura de manera original
Es una película ingeniosa en términos emocionales. Ofrece la pausa necesaria para escuchar atentamente y dejarse atravesar por la canción. Da un espacio para que la danza haga cuerpo e interprete la música. Aún residiendo en innumerables testimonios, no es solamente un documental de “talking heads”.
Bibliografía obligatoria para los estudiosos
Es material de consulta obligatorio. Ya está, no hay vuelta atrás. Cualquiera que diga que sabe sobre el Chango o sobre folklore tiene primero que haber visto esto; al menos para poder decir “sí, la vi, y pienso tal cosa”. Porque construye conocimiento, es una pieza que da cuenta de una parte de la historia musical argentina.
Es una película conmovedora
No sé de folklore; ni sabía quién era el Chango Farías Gómez. Pero esta película tiene algo, algo impetuoso, quizás algo relacionado con lo primitivo de la música y cómo apela a las emociones que subyacen, algo intenso. Para qué dar vueltas: yo no sabía quién era Farías Gómez y quedé maravillado con lo grande y variado que puede ser el reino de la canción.
Conclusión: viste la de Amy Winehouse. Viste la de Cobain. Viste la de Nina Simone. Tenés que ver La del Chango.