Los inventarios artísticos de ciertos músicos rebalsa el formato de la canción. En el caso de los artistas que se animan a explorar el cine, esa incursión puede verse como una prolongación de su personalidad sonora, o en otros casos como un desdoblamiento que rompe y disocia la identidad.
A continuación, en Indie Hoy seleccionamos diez películas dirigidas por músicos.
Nunca vas a estar solo
2016 – Dir: Alex Anwandter
Juan baila, se pinta, se cuenta chismes con su mejor amiga y está enamorado de su vecino. Un día lo corren. Lo patean. Lo matan. Su papá trabaja en una ominosa fábrica de maniquíes y es solo otro proletario sacrificado que se esfuerza por ascender socialmente. No puede afrontar los costos de ese ataque brutal.
En su ópera prima, Alex Anwandter produce una crítica al conservadurismo de la sociedad chilena que se siente como una continuación de la resistencia y provocación que marcan su carrera como músico. La denuncia y la ridiculización de una sociedad regida por la moral cristiana inunda la pantalla con tintes estéticos almodovarianos. Nunca vas a estar solo es un testimonio del compromiso artístico del embajador anticlerical del pop.
Halloween
2007 – Dir: Rob Zombie
Halloween no es el original sino el origen: en esta reinterpretación del clásico de John Carpenter, el cantante de White Zombie rastrea cómo nace el veneno dentro del icónico villano Michael Myers. Desentrañando su psique, la película detalla un retrato más completo de los eventos traumáticos que llevaron a su transformación en un asesino despiadado.
Rob Zombie no es un director ocasional: es un artista multifacético que dejó una marca tanto en la música como en el cine de terror. El metal y el slasher se trenzan con lo visceral y lo macabro para desplegarse en dos dimensiones artísticas plenamente desarrolladas.
True Stories
1986 – Dir: David Byrne
David Byrne volcó toda su excentricidad en True Stories, donde él interpreta a un extraño con sombrero y sin nombre que visita una ciudad ficticia en Texas. Allí, sus habitantes se preparan para “la celebración de lo especial” con motivo del 150 aniversario de la independencia de su Estado en un evento patrocinado por la Varicorp Corporation, una planta local de fabricación de computadoras.
La agudeza sarcástica de los Talking Heads para explorar la idiosincrasia de la Norteamérica contemporánea se esparce en cada fotograma. En el álbum homónimo que la banda publicó para acompañar a la película, sus canciones juegan con el sueño estadounidense, uno de los grandes temas de su discografía. Si no fue uno de los discos más exitosos de la banda neoyorkina, sí alcanzó la trascendencia de una forma curiosa: su última canción le dio el nombre a Radiohead.
Kuso
2017 – Dir: Flying Lotus
Una experiencia delirante transmitida a través de una red improvisada de televisiones, Kuso infestó los cines con un Los Ángeles postapocalíptico tras el peor terremoto de su historia. La película fue descrita como la más repugnante jamás filmada; los críticos la calificaron como grosera, aberrante y molesta para el espectador. Sin embargo, a pesar de todas estas etiquetas, Kuso dejó una marca indeleble en los amantes del cine trash, llevando a los espectadores por un viaje extremo.
Este abordaje que lo polemiza todo, desde la ficción hasta el material cinematográfico, se condice con el ethos experimental de Flying Lotus, uno de los productores y raperos más excéntricos de la contemporaneidad. La conexión entre su música y su desorbitada obra cinematográfica se manifiesta en la audacia, estableciendo a Flying Lotus como un creador incansable y multidisciplinario.
God Help the Girl
2014 – Dir: Stuart Murdoch
God Help the Girl es exactamente lo que se esperaría del líder de Belle and Sebastian: una historia entrañable de complacencia pop y romanticismo que roza la cursilería. En el encanto torpe de la adolescencia, la atormentada Eve deja la universidad, se fuga del psiquiátrico y une su composición y canto a los talentos de James y Cassie, dos chicos que también tienen ganas de crear y disyuntivas que tiñen ese impulso artístico.
El llamado cinematográfico de Murdoch empezó en 2004 durante la gira de presentación del álbum Dear Catastrophe Waitress; primero nacieron las canciones y después la historia que las unió. En línea con el temperamento de las canciones de Belle and Sebastian, los personajes frágiles pero llenos de vida rechazan la expulsión de una sociedad despiadada.
Electroma
2007 – Dir: Guy-Manuel de Homem-Christo
Electroma no es exactamente una película sobre Daft Punk, ni tampoco una película sobre otra cosa que Daft Punk. Quienes están dentro de los cascos no son los integrantes del dúo sino actores. La música, por mucho que lo parezca, no fue compuesta por ellos. Este largometraje sin diálogos funciona como un espejo invertido; si Thomas Bangalter y Guy-Manuel quisieron escapar de las ataduras de su forma humana en este mundo, en el mundo robot harían lo imposible por convertirse en humanos.
Su afán por lo ajeno en la realidad paralela no los lleva a ser reconocidos como los mejores de su tiempo, sino a ser perseguidos y humillados hasta la autodestrucción. El sobrecogedor final en un desierto en el que todo se incendia y se cae a pedazos fue el material con el que, quince años después, el grupo anunció su separación.
Love Her Madly
2000 – Dir: Ray Manzarek
Una sábana blanca salpicada de sangre envuelve a un cadáver. El cuerpo cae en el anfiteatro griego de la Universidad de California de Artes. Una indomable actriz hipnotiza a un profesor de arte dramático, un ganador del Premio Pulitzer, un escultor y un videoartista. Cuatro personas se enredan en un noir que encarna todo el erotismo y la efervescencia juvenil.
Tanto Ray Manzarek como Jim Morrison estudiaron cine y decidieron dedicarse a la música. Así y todo, ambos consiguieron dirigir un largometraje cada uno. Este relato musicalizado por The Doors desemboca en un thriller de las 24 horas previas al asesinato, en el que todos son sospechosos. En este caso también, la pera no cae lejos del olmo: si el rock psicodélico los vio versar siempre sobre el binomio amor-muerte entendido -según Joan Didion- como colocón supremo, el cine funcionó como una extensión de su personalidad.
Vidas privadas
2001 – Dir: Fito Páez
Carmen -interpretada por Cecilia Roth– es capturada y torturada durante la dictadura argentina, episodio en el que da luz a un hijo que cree muerto. Su huída a Madrid para escapar del trauma dura hasta que la convalecencia de un familiar la obliga a volver, ya durante el retorno a la democracia. Entre retorcidos ritos sexuales, contrata a Gustavo, un chico mucho más joven e hijo de desaparecidos, cuya voz la erotiza. Todo conduce hacia el tabú máximo y transversal a todas las culturas: el incesto.
El romance del autor de El amor después del amor con el cine iba más allá de su pareja, que estaba trabajando con directores de la talla de Pedro Almodóvar y Adolfo Aristarain: pasaba las noches analizando la obra de directores como Igmar Bergman, John Ford, Erich von Stroheim. Esta pasión lo llevó a rodar, en sus palabras, “mi Edipo con mi madre muerta representado por quien era mi mujer”.
200 Motels
1971 – Dir: Frank Zappa
En un sueño febril setentoso, Frank Zappa quiso demostrar de la forma más concreta posible que la vida de gira conduce a la locura. De forma bastante similar a la realidad, estos músicos viven una espiral surrealista de viñetas inconexas, obsesionados con cobrar o abandonar la banda. Mientras The Mothers of Invention, la banda de Zappa, para en la ciudad ficticia de Centerville, la demencia termina por raptarlos definitivamente.
En sus 52 años de vida, Zappa urdió un universo conceptual también difícil de seguir sin perderse en el camino, hilando los lenguajes del rock, el blues y el jazz en casi un centenar de discos. Si algo se puede decir sobre una obra tan prolífica como emblemática es que, tanto en la música como en el campo audiovisual, la carrera del estadounidense fue polirrítmica, esquizofrénica e incontenible por los límites de la convención.
The Education of Charlie Banks
2007 – Dir: Fred Durst
El cantante de Limp Bizkit debutó en la dirección de cine con una historia sobre bullying típicamente norteamericana y dosmilera. Después de ver a un compañero casi matar a golpes a otros alumnos de su colegio, Charlie -interpretado por Jesse Eisenberg– lo delata con la policía. Ya en la universidad, se tiene que enfrentar a su parasitaria invasión, que carcome lentamente todos los aspectos de su vida.
Se trata, en definitiva, de otro coming of age dramático y dulce en el que la amistad, las hormonas y la expectativa de lo que está por venir inundan todos los ambientes. Este trabajo es sin dudas un desdoblamiento artístico por parte de Fred Durst; una historia sensible y ambivalente sobre la vulnerabilidad que jamás se adivinaría partiendo del nu metal.