Con el estreno de Nosferatu de Robert Eggers, la tradición del cine de vampiros, específicamente de Drácula, vuelve a estar en boga. Fue Bram Stoker quien en 1897 publicó la novela gótica y epistolar Drácula, puntapié para decenas de adaptaciones al cine.
El personaje del conde sanguinario y romántico ha sido interpretado por grandes actores como Christopher Lee -en el film de 1958-, Bela Lugosi -en la versión de 1931- y hasta por Adam Sandler -en Hotel Transylvania de 2012-. A continuación, repasamos las mejores adaptaciones de la historia y señalamos sus diferencias.
Nosferatu
1922 – Dir. F.W. Murnau
Esta es la primera adaptación de la novela de Stoker, aunque los nombres de los personajes y del protagonista fueron cambiados para evitar pagar los derechos de la obra literaria. Este film mudo se inscribe dentro del Expresionismo alemán y representa una de las mejores películas de la historia del cine de terror.
Se ha convertido en un film de culto, no solo por su contenido sino porque también estuvo cerca de desaparecer, luego de que la viuda de Stoker intentara acabar con todas sus copias acusando a la producción de plagio. Afortunadamente, el film sobrevivió y muestra una adaptación muy cercana al libro de Stoker con un monstruo de aspecto casi animal, interpretado por Max Schreck.
El film se caracteriza por la representación subjetiva de la realidad y el mundo frente al Positivismo imperante -algo que también se plasma en la obra de Stoker, perteneciente al Romanticismo literario-, representando fuertes contrastes de luces y sombras y personajes altamente sombríos.
Drácula de Bram Stoker
1992 – Dir. Francis Ford Coppola
En la década de los 90, el gran director del Nuevo Hollywood apostó por la adaptación más fiel a la novela de Stoker. Reunió un elenco repleto de estrellas -Keanu Reeves, Gary Oldman, Winona Ryder, Anthony Hopkins, Tom Waits, entre otros- y entregó una película centrada fuertemente en el erotismo y el romanticismo.
A diferencia del vampiro de Murnau, Oldman interpreta a un hombre que sufre por un amor que perdió siglos atrás. Decidido a conquistar a la versión “moderna” de su amada, se transforma en un hombre culto, sensible y seductor, aunque también debe convivir con su bestialidad.
Coppola logra ofrecer una fabulosa combinación de gótico, terror y romanticismo en esta película con interpretaciones inolvidables, que también desarrolla algunas de las temáticas fundamentales de la novela original: la oposición entre la ciencia y el ocultismo, la sexualidad y el amor y la dicotomía humano/bestia.
Nosferatu, el vampiro
1979 – Dir. Werner Herzog
Entre las adaptaciones infaltables de la obra se cuenta el film de Herzog, cuya acción se sitúa en Alemania -mientras que la de Coppola ocurre casi en su totalidad en Londres-. Esta es una de las tantas colaboraciones entre el director alemán y Klaus Kinski, quien interpreta al vampiro magistralmente desarrollando una inquietante bestialidad.
El film se presenta como una remake del film de 1922 pero suma una mirada moderna sobre la sociedad europea, haciendo énfasis en el episodio de la plaga de ratas que azota a la ciudad como representación de la peste. La ola de muertes en Wismar (Alemania) toma un rol fundamental en esta película y el espacio de la ciudad y la burguesía se vuelven centrales en la narración, algo que Eggers también tomó para su adaptación.