Si te gustan las películas sobre crímenes, llegaste al lugar indicado de la web, porque a continuación queremos contarte sobre tres largometrajes de entre los mejores de los últimos años dentro del género.
El contador
2016 – Dir: Gavin O’Connor
Christian Wolff (Ben Affleck) es una persona sumamente inteligente para las matemáticas que se dedica a ser contador de personas peligrosas, dado que maneja las finanzas de organizaciones como la mafia, asesinos, y de muchos otros criminales poderosos. Sin embargo, parece llevar una doble vida, pues en los días aparenta tener un trabajo tranquilo en una pequeña oficina en donde no interactúa con mucha gente ya que no es muy hábil para tratar a las personas.
El protagonista tiene al investigador del Departamento del Tesoro, Ray King (J.K Simmons), casi atrás de él intentando atraparlo, pero le llega una clienta legítima, Dana Cummings (Anna Kendrick), que es una auxiliar de contabilidad en una empresa robótica llamada Living Robotics y ha descubierto movimientos extraños que implican millones de dólares. Entonces Christian decide tomar cartas en el asunto solo para darse cuenta que no solo es el dinero implicado, sino que el número de muertos va en aumento.
Yo soy todas las niñas
2021 – Dir: Donovan Marsh
La película del director Donovan Marsh sigue a Jodie Snyman, una investigadora de delitos especiales que, en su más reciente caso, crea un vínculo improbable entre la policía y una asesina en serie, mientras corren contra el reloj para acabar con una red de tráfico sexual de niños a nivel mundial. Basada en hechos reales que se desarrollaron en Sudáfrica en la década de 1980, la historia está centrada en una notoria red de tráfico de personas que involucró, entre otros, a políticos poderosos.
22 de julio
2018 – Dir: Paul Greengrass
Noruega, 22 de julio de 2011. Un violento atentado en dos localizaciones distintas causa la muerte de 77 personas, conmocionando al país y al resto del mundo. Anders Behring Breivik (Anders Danielsen Lie), un autodenominado extremista cristiano de derecha con odio hacia los musulmanes, detona una bomba en la sede del Primer Ministro en Oslo, matando a ocho personas.
Después de eso, él mismo se viste con un uniforme de policía, toma un ferry hasta la isla de Utoya, en las afueras de Oslo, y asesina a sangre fría a los adolescentes que asistían a un campamento juvenil del Partido Laborista. De acuerdo con la policía local, 69 personas murieron víctimas de este segundo ataque.