Un remake se refiere a tomar la historia de una película y volver a hacerla bajo otras condiciones. La película original no se modifica, sino que se hace una obra nueva con una historia que sirve de referencia. El cine está lleno de remakes porque la industria estadounidense tiene una afición de apropiarse de lo ajeno con mucho dinero. Muchas películas desilusionan al espectador cuando se entera que es un remake, como si la originalidad del cine pasara solo por contar una historia y no por cómo se la está contando.
Lo cierto es que varios remakes no superan al original. No se puede comparar la Psicosis (1960) de Hitchcock con la de Gus Van Sant (1998). Tampoco Solaris de Tarkovsky con el remake protagonizado por George Clooney. Pero también existen remakes inigualables como Scarface (1983) de Brian De Palma, La mosca (1986) de Cronenberg, El cabo del miedo (1991) de Scorsese y tantas más por nombrar que no vale la pena, en este artículo al menos. Porque lo que se busca remarcar es que una remake suele ser una venta de los derechos de la historia para convertirla en otra película, y quien dirige ya no es la misma persona.
Esta lista, por el contrario, destaca cinco películas que rompieron la lógica del remake para volver a ser revisadas por su director original. No son secuelas: es la misma historia, contada por la misma persona, pero un tiempo después. Como volver a revisar unos viejos cuadernos y traspasar sus apuntes con otro color, estos ejemplos varían incluso en su intención. Desde cuestiones técnicas, experimentos de duplicación, hasta modificar el universo de ensoñación que envuelve a la historia.
Funny Games
Funny Games (1997) – Michael Haneke – Austria
Funny Games (2007) – Michael Haneke – Estados Unidos
Haneke se pone a prueba en una especie de experimentación haciendo una copia de su película, pero diez años después. Las dos versiones son impecables porque combinan el cinismo y la elegancia con la provocación de un matadero a plena luz del sol. Parece ser que la obsesión de su director para hacer un remake de este film fue la de trasgredir el concepto de violencia hollywoodense de la tortura como forma de entretenimiento. El espectador se incomoda porque la narrativa de Haneke pasa por dilatar el tiempo y el sufrimiento ya no es algo divertido.
13
13 Tzameti (2005) – Géla Babluani – Francia
13 (2010) – Géla Babluani – Estados Unidos
Este es otro caso en donde una película europea prueba su versión estadounidense pero, sin duda, la francesa es superior. No es como el caso Haneke: acá Géla Babluani hace algo bastante más comercial y le quita toda la frialdad de la original, dotando de subjetividad a las bestias y transformando el remake en algo mucho más trillado. El cambio también pasa por la estética del blanco y negro al color. Una razón podría ser que el protagonista de la segunda versión fue Sam Riley, quien años antes había inmortalizado cinematográficamente a Ian Curtis en Control (2007) en un profundo blanco y negro. Pero la tensión de esa lámpara que se enciende sigue siendo la joya de la historia.
Aniceto
Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más… (1967) – Leonardo Favio – Argentina
Aniceto (2008) – Leonardo Favio – Argentina
El ejemplo más extraño de todos es sin dudas el de Leonardo Favio, uno de los mejores directores nacionales, con su marca híbrida entre el cine de autor y el cine de entretenimiento. Con la misma historia, su director creó dos universos completamente diferentes. La primera es una historia más convencional en su forma, comparándola con la segunda que es una especie de musical con escenografía teatral. Son dos películas completamente distintas, pero de una historia que Favio guardó en su memoria y muchos años después volvió a ese recuerdo para contarla de otra manera, con una producción diferente… y con Hernán Piquín bailando.
Frankenweenie
Frankenweenie (1984) – Tim Burton – Estados Unidos
Frankenweenie (2012) -Tim Burton – Estados Unidos
Tim Burton decidió desenterrar a su perro monstruoso y contar con la técnica del stop motion que tan bien le queda. La primera es un mediometraje que se aprecia como un objeto de culto, que parece un homenaje directo a las películas de bajo presupuesto pero con un tinte infantil. Lo hizo en Edward Scissorhands (1990) y también con Frankeweenie, homenajeando a la figura del clásico del terror: Frankenstein. Pero luego y con mucho más presupuesto, Tim Burton decidió embarcarse nuevamente en este proyecto con la técnica que desde sus inicios brilló en la oscuridad con Vincent (1982) y lo hizo famoso con El extraño mundo de Jack (1993) y El cadáver de la novia (2005). Tim Burton vuelve a su expresionismo más puro con una historia infantil y ese tinte macabro que lo caracteriza.
El hombre que sabía demasiado
The Man Who Knew Too Much (1934) – Alfred Hitchcock – Reino Unido
The Man Who Knew Too Much (1956) – Alfred Hitchcock – Estados Unidos
El maestro del suspenso también hizo este ejercicio con la dupla The 39 Steps (1935) y Saboteur (1942). Pero en esta confesó haber querido corregir los errores que lo agobiaron durante tiempo. Hitchcock es un perfeccionista, nadie lo niega, hasta cambió un tiroteo para mantener la tensión con herramientas cinematográficas. Cambió el escenario y algunos otros detalles, como pasar de una niña a un niño e incluir a su fiel participante, James Stewart, conocido en otros clásicos como La ventana indiscreta (1954), Vértigo (1958) y Con la muerte en los talones (1959). En Hitchcock siempre el suspenso pasa por la diferenciación de saberes que tiene el espectador con los personajes y es un juego que se entreteje en toda su filmografía sin importar los colores ni el correr de los años.