Más de cinco años después de su muerte, el legado de Robin Williams sigue vigente: el oriundo de Chicago es recordado como uno de los mejores actores cómicos de la historia.
Una de sus incursiones en el rubro del doblaje de películas animadas llegó en 1992 con Aladdin, filme de Disney que marcó a varias generaciones de niños. En esa cinta, Robin le brindó su voz al divertido Genio de la lámpara. Para muchos, una de las principales razones del monumental éxito de ese largometraje es la excepcional interpretación de Williams. No obstante aquello no evitó que el actor tuviese una disputa legal con la compañía del ratón Mickey.
Robin había acordado con Disney recibir el sueldo mínimo que el estudio podía ofrecer a un actor. Sin embargo, existía una condición para que él recibiese el salario de 75 mil dólares en vez de cobrar 8 millones: la empresa no podía usar su voz para comercializar productos comerciales de Aladdin. Pero esa condición no se cumplió y Williams contó esa situación en una entrevista con la revista New York (vía Milenio) en 1993, detallando que grabó cerca de 30 horas de diálogo escrito e improvisado. Buena parte de esos registros de su voz fueron utilizados por la empresa para promocionar mercadería relativa al citado personaje azul.
De igual manera, en un diálogo con Today Show durante ese mismo año, él aseveró:
“Teníamos un trato, lo único que dije fue que haría la voz. Lo hice porque quería formar parte de esta tradición de animación, quería algo para mis hijos, no quería vender nada”.
Luego de incumplir tal acuerdo, Disney se disculpó con el protagonista de películas como Patch Adams. Para compensarlo económicamente, le mandaron una pintura original de Pablo Picasso que por entonces estaba valuada en un millón de dólares.
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