Azor es la ópera prima de Andreas Fontana, un drama contundente que se sostiene con fuertes y polisémicas miradas, silencios tajantes y una Argentina que arde bajo la clave de “tiempos turbulentos”. Luego de tener su estreno mundial en la 71º edición del Festival Internacional de Cine de Berlin y su paso por numerosos festivales internacionales, el film que es una co-producción suizo-argentina llega a las salas nacionales el 24 de marzo.
La sinopsis oficial adelanta: “1980. Yvan De Wiel, un banquero privado de Ginebra del más alto nivel, viaja a Argentina en plena dictadura militar para reemplazar a su socio, objeto de los rumores más inquietantes, al desaparecer sin dejar rastro. Entre salones lujosos, piscinas y jardines bajo vigilancia, se instala un duelo a distancia entre los dos banqueros que, a pesar de sus métodos diferentes, son cómplices de una misma forma de colonización discreta y despiadada”.
Con las actuaciones de Fabrizio Rongione, Stéphanie Cléau, Elli Medeiros y Juan Pablo Geretto, la historia se mete en los negocios de este banquero suizo en la Argentina, en el lobby que su profesión le obliga, el extraño vínculo con su esposa que lo acompaña en el viaje y con el fantasma de su predecesor que parece haberse convertido en una suerte de mito sobre todo luego de su insólita desaparición.
En los últimos años hemos escuchado decir en variadas ocasiones que nuestro cine nacional suele inclinarse siempre a contar historias situadas en la dictadura del 76 y esto parece ser una temática agotada. Azor es la respuesta a esta postura y la confirmación de que son las formas y los enfoques los que determinan la novedad de una película. Si bien Azor es portadora de una narración clásica, logra ser estremecedora sin ser explícita, construyendo un mundo de silencios, de códigos (que es justamente lo que da nombre al film), gestos y movidas ajedrecísticas.
En su plantel involucra a empresarios, a la iglesia, banqueros y políticos, ofreciendo una película hablada en su gran mayoría en francés, algo también novedoso para abordar este periodo histórico. Uno de los aspectos fundamentales de la cinta es el vínculo de Yvan con su esposa, una mujer en apariencia sumisa, que parece vivir a la sombra de su marido y por momentos ser solo un maniquí que conoce muy bien los buenos modales. El vínculo entre ellos se construye de manera similar al de Frank y Claire en House of Cards, el matrimonio de políticos que en su fuero interno se comportan como un bloque y se retroalimentan en la búsqueda del poder.
Sobre su primera película, Fontana expresó: “Me interesa observar a unos profesionales cuya especialidad es el secreto. No el secreto de Estado, sino el secreto íntimo y personal. El banquero privado está a la cabeza de este secreto que es la riqueza. Debe saberlo todo sobre su cliente, sus caprichos, sus ansiedades, sus antojos. Y una de sus habilidades es aprovecharse del miedo de sus clientes. Cuanto más teme el cliente, más poderoso es el banquero”.
Y agrega: “La película, de algún modo, es una invitación a pensar a los banqueros como conquistadores, cuyos privilegios de clase les permiten no ver la sangre derramada a su alrededor”. Mirá el tráiler de Azor a continuación: