Dos parejas que no son pareja, o quizás sí. Quizás lo fueron, o quizás lo serán. Son actores. Son cuatro. Cuatro actores sin trabajo. Y deciden aislarse en una cabaña un fin de semana entero para escribir, producir, dirigir y actuar su propia película. ¿Por qué? Un poco porque acaban de ver una muy probablemente mala y aburrida película hecha con muy poco dinero por un director conocido de uno de ellos, en algún festival de cine independiente norteamericano. Pero sobre todo, porque no están invitados a la fiesta de cierre de ese festival.
En la búsqueda de ideas para su guión, se topan con la de un hombre con una bolsa de papel en la cabeza que acecharía, al mejor estilo Michael Myers, a los cuatro personajes principales interpretados por ellos. O sea, una película de terror. El problema es que, poco a poco, esa historia comienza a hacerse realidad. Y lo que venía siendo una especie de comedia de relaciones bastante típica se convierte en una comedia de relaciones de terror. O sea –ahora- una película bastante difícil de categorizar. Y a esta altura de la historia del cine, eso siempre es bueno. Porque aunque se puedan adivinar prácticamente todos los giros de la trama -final incluído- lo interesante pasa por otro lado.
La trama más previsible puede no aburrir si está bien contada desde los vínculos de sus personajes. Eso es lo que pasa en Baghead (2008, Jay Duplass, Mark Duplass). No importan tanto los personajes, sino más bien, cómo se vinculan. Y eso es lo que los hace únicos. Si hay amistad, si hay celos o desconfianza, si hay miradas y silencios que cuentan, son particulares, sólo de éstos personajes y de ningún otro. Las cuatro actuaciones (Steve Zissis, Ross Partridge, Greta Gerwig y Elise Muller) están muy bien, pero Greta Gerwig es, lejos, la mejor. Una belleza extraña, una sonrisa hipnótica y sobre todo unos ojos que no paran de hablan. Imposible perdérsela en “Nights and Weekends” de Joe Swanger y, junto a Ben Stiller en “Greenberg”, de Noah Baumbach. Claro que es imposible hablar de Baghead, sin hablar del movimiento al que pertenece: el mumblecore, algo así como “películas de murmuros”, llamado así por el modo de hablar de los actores. El mumblecore quedó inaugurado en el 2002, con “Funny Ha Ha”, de Andrew Bujalski, que tres años después hizo “Mutual Appreciation”. Están también “Hannah Takes the Stairs”, y la ya mencionada “Nights and Weekends”, las dos de Joe Swanger. Bajos presupuestos, mucha improvisación, formatos digitales e interpretaciones naturalistas. También lo llaman “slackavettes” mezcla del género de slackers (las primeras peliculas de Richard Linklater, o algunas de Jim Jarmush) y de John Cassavettes, padre del cine independiente norteamericano. Todo altamente recomendable.