Belfast es uno de los films que competirá en la próxima edición de los Premios Oscar por el galardón a Mejor película. Está dirigido por Kenneth Branagh, quien decidió contar una historia con tintes autobiográficos situada en pleno conflicto de Belfast, Irlanda del Norte en los años 60. Además, es un coming-of-age con todos los condimentos que lo hacen un gran drama histórico, emotivo, político y atrapante.
El film es una de las grandes estrellas de la venidera premiación ya que también compite en la categoría de Mejor dirección, Mejor actor y actriz de reparto (Ciarán Hind y Judi Dench, respectivamente), Mejor sonido, Mejor guion original y Mejor canción original (“Down to Joy” de Van Morrison). Justamente, este último es uno de los detalles más interesantes de la película: el músico de 76 años nacido en Belfast es la pieza obligada para la musicalización de film y acompaña las escenas con maestría e intimidad.
La película cuenta la historia de Buddy, un niño que vive en el seno de una familia de clase trabajadora y es testigo del conflicto armado interétnico que se dio a finales de los 60 en Irlanda del Norte. Mientras Buddy crece, el contexto empeora: su padre sostiene a la familia económicamente, mientras que su madre lo hace emocionalmente. La pintura de la familia tipo de clase trabajadora se ejecuta de manera minuciosa: se traslucen las contradicciones, el amor y la incertidumbre.
Otro de los puntos más atractivos del film en lo que respecta a lo visual es el cambio abrupto que hace, por momentos, del blanco y negro a escenas de color. Es justamente cuando el protagonista toma contacto con el cine, o el teatro, que la pantalla toma color y nos sumerge en las experiencias artísticas que alivianan la realidad de esta familia. En lo que respecta al relato, el vínculo de Buddy con sus abuelos enmarca sus más importantes enseñanzas mientras el afuera se presenta como una amenaza constante.
Belfast es una película muy correcta en todos los sentidos: técnicos, estéticos y narrativos. Se puede decir que conserva los cánones del cine clásico y se sitúa por fuera de las tendencias actuales. Muestra una historia más que personal para el director, aunque posiblemente sin lograr un impacto novedoso para el público. Tal vez uno de los logros más sutiles del film es revalorizar el espacio: Belfast no solo le da nombre al film sino que se convierte en una pieza clave de la identidad del niño y es el espacio en el que se desata el enfrentamiento entre católicos y protestantes. El lugar que, irónicamente, implica lo contrario a desarrollo pero que cristaliza la pertenencia.
Belfast tiene su estreno en cines argentinos programado para el 10 de marzo. Mirá su tráiler a continuación: