Hace aproximadamente 2 meses tuve que decidir qué serie empezaba a ver después de la inigualable Bored to Death. No quería nada de médicos, asesinatos o supernatural. Y me recomendaron Californication (Tom Kapinos, 2007), como ese tipo de serie que sale de lo común y que transgrede. Más en la tecla no le podría haber dado: encontré la serie perfecta para acompañar mis noches, y nada de las temáticas recurrentes de las series de hoy.
Parece ser que Kapinos decidió tomar la figura del mítico escritor norteamericano Charles Bukowski y de alguna forma homenajearlo para crear la historia de Hank, el personaje principal de la serie que justamente lleva el mismo nombre que el alter ego del escritor. Hank Moody (David Duchovny) es un escritor que vive en California y que ha sido un hombre de un solo éxito, y se encuentra bloqueado para escribir después de la gran fama conseguida con su libro “God hates us all”. Pero Hank pelea día a día por recuperar a su familia, Karen (Natascha McElhon), su ex y su hija Becca (Madeleine Martin) que lo han dejado por su inconstancia, su alcoholismo, consumo de drogas y promiscuidad. Acompañado de su manager y mejor amigo Charlie Runkle (Evan Handler) vivirá acontecimientos de lo más bizarros. La historia y todos sus componentes parecen ser sacados de un libro de Bukowski, sólo que un poco más aburguesados, hollywoodenses y con un tinte cómico y melodramático de por medio. El personaje de Hank, no puede ser una construcción más perfecta: reúne todas las características del atorrante y del romántico a la vez. Su forma de relacionarse con los demás y con el mundo es siempre conflictiva. Sin embargo detrás de este hombre que parece ser un insensible y que el sexo y la fiesta es el único motor en su vida, descubriremos una persona en permanente introspección, luchando todo el tiempo con el deber ser y el querer ser. Realmente todos los personajes de la serie se convierten en un día a día del espectador, siendo imposible no involucrarse con las historias y peripecias que atraviesan todo el relato. Un condimento bastante llamativo de la serie, el cual le hace perder algunos adeptos, es la explicitud a la hora de mostrar las relaciones sexuales, el consumo de drogas, alcohol, la depresión en la que muchas veces se encuentra sumido Hank, etc. Pero, como reflexionábamos al hablar de Shortbus, resulta sumamente necesario que el espectador se involucre en esta vorágine y adrenalina que experimenta nuestro particular protagonista y presenciar las escenas tan explícitas es una de las formas en las que llegamos a conectarnos con el ritmo de vida que nos ofrece la historia. Si hay algo que se puede criticar de la composición narrativa es el hecho de dejar temas sin terminar; sin bien no son los más relevantes, hay ciertos acontecimientos que se dejan sin desarrollar por completo y quedan en el olvido. Pero en general la mayoría de los hechos están muy bien ideados, sobre todo los más significativos en la historia que tienen giros bastante interesantes. Es difícil no sentirse solo una vez que se termina la serie… Ese personaje tan entrañable como resulta Hank Moody es el que muchas veces nos hace sentir menos raros, menos locos, o lo que sea. Por eso esperamos con ansias la confirmación de la posible quinta temporada. Mientras tanto los invito a involucrarse en esta maravillosa historia, que aunque cruda y descarnada y hasta podríamos decir “trash” nos mantiene en permanente reflexión, así como también ofrece una verdadera cuota humorística. Demás está decir que para los amantes de Bukowski esta serie es una verdadera joyita. La construcción en general del personaje de Hank, es una analogía permanente con Bukowski, y en esto no se puede dejar de reconocer el gran mérito de David Duchovny, que encarna con total perfección el papel de este hombre tan ambiguo. Abundan los guiños sobre la vida del escritor y podría pensarse, como decíamos al principio, como una suerte de homenaje o reivindicación por parte de Kapinos, a esa figura mítica y un poco olvidada del gran escritor, tan poco comprendido en su época. ¡Larga vida a Bukowski!