La soledad
Sección: Óperas primas – Una gran ópera prima venezolana, la historia de una familia, la historia de una casa, la historia de un país. Venezuela vuelve a este BAFICI, después de haberse ausentado el año pasado, con esta gran sorpresa de Jorge Thielen Armand, quien tiene una doble participación ya que su próximo proyecto está en la sección de Laboratorio de Producción del festival (se llama El retorno del Sr. Roque Thielen Hedderich a la isla Akare-Meru).
La soledad es una vieja casa muy grande donde habitan una abuela con su familia que no tienen donde vivir. Ya que la casa es prestada ellos no tienen con qué enfrentar la decisión de los dueños al quererla demoler y vender el terreno. Tras esa idea, la película nos narra la realidad de una familia tras querer salir adelante hasta llegar a la búsqueda de un posible tesoro, pero es sólo la esperanza de poder cuidar su tesoro más grande: su familia. Una historia de una realidad que enfrenta el país, como si esa casa fuera Venezuela y esa familia fuera su población entera: es ahí cuando el cine se convierte en un arma, una bomba en el balde de pochoclos. Parpadear sólo con un ojo, porque mañana el techo se puede venir encima, guardar los últimos minutos del techo en la cabeza y tirarse en la cama como si fuera el agua y el techo el cielo. La esperanza de poder salir adelante.
Los actores de la película son las personas que viven en la vida real en esa casa y los que sufren el conflicto de la historia, pero lejos está La soledad de ser un documental. La historia está contada para ir mucho más lejos que esta casa. La cámara acompaña el clima independizándose de los actores e ir quitando el polvo de las paredes lentamente hasta llegar al techo y volver a pensar en el derrumbe. La amenaza del desalojo es el fantasma que llena de polvo ensuciando cada acción, tiñendo hasta aquellos pequeños momentos de alegría. La empatía se llena de polvo también y algunos estornudan. Hay gente alérgica a abrir los ojos y querer ver otra realidad.
Para volver a verla: Viernes 21, 15:20hs – Village Recoleta 2
Casa Roshell
Sección: Competencia Latinoamericana – Los tacos, las pelucas, los espejos. La forma de caminar, la forma de hablar, la forma de verse. Cómo es el mundo afuera desde adentro de Casa Roshell. Una casa que sirve de tesis para estudiar un mundo del que todos hablan mucho pero pocos saben algo. Almódovar y Fassbinder se sientan a tomar un trago con Pedro Lemebel a disfrutar el show en el escenario. La Casa Roshell sirve de lugar para que hombres se animen a ser mujeres, ver la transformación desde adentro del espejo que siempre nos dice más que los demás, ¿soy el que los demás ven o como yo me veo?
Casa Roshell brinda los elementos necesarios, a modo de escuela, para dictar los puntos elementales, ya casi como mandamientos, para meterse en el mundo del travestismo, pero dejar de verlos como hombres travestidos, sino mujeres; se plantea la idea de que un hombre al estar con un travesti no es gay, sino que está con una mujer. Una mujer que se esfuerza por verse linda, todos los días frente al espejo, afeitadora verduga de hormonas, maquillaje como alfombra para tapar aquella mancha masculina y una peluca que te permite ser quien quieras, cuando quieras, de noche hasta Roshell o una vuelta mañanera para disfrutar de un paseo al sol.
La cámara se aloja en la oscuridad, no quiere salir afuera al mundo que discrimina a sus personajes, más que interesantes, personajes que luchan día a día, noche a noche, contra su apariencia, contra sus recuerdos, contra sus familias, luchan contra todo por su identidad. Una película que documenta aquel deseo de no sólo verse diferente, sino documentar ser verdadera. La cámara no sale, ¿para qué? Si alcanza con lo que nos devuelven los espejos, las voces en proceso de cómo sonar cuentan el rechazo afuera, pero bajo este techo, lo prohibido y discriminado, se vuelve lo real del deseo, la clientelela, las lentejuelas, un nombre de verdad. La revolución contra la identidad, el derecho a la transformación para encontrar la felicidad y la felicidad sobre todo, porque todo hombre tiene derecho a ser mujer y hasta las mujeres lo tienen que entender. Quienes antes no querían entenderlo, van a Casa Roshell para verlo con sus propios ojos y comprenderlo, empatizar mientras los personajes piden enfatizar el color del labial a distancia de todo lo demás. Historias que se cruzan bajo un mismo techo y en lo implícito sabemos mucho más que lo que se sale a la luz del sol, pero la única luz en Casa Roshell es multicolor y brilla en las paredes que rebota contra el espejo y vuelve a rebotar contra las lentejuelas en un vestido que sube como una caricia y choca contra el vidrio de una ventana que no te deja salir sin intentar ver lo que en verdad hay que ver, otro tipo de mujer, una mujer prohibida.
Para volver a verla: Viernes 21, 21:10hs, Village Recoleta 8; Lunes 24, 16:00hs, Arteplex Belgrano 1; Jueves 27, 12:00hs, Village Recoleta 10
The Happiest Day in the Life of Olli Maki
Sección: Pasiones – El amor nos va a destrozar, Ian Curtis tenía razón. Esta película quizás no tiene nada que ver con Joy Division, quizás un poco ese blanco y negro color angustia y ese tono melancólico de algunas escenas, pero luego nada más, solo esta impronta: el amor nos va a destrozar, porque es el único quizás que no se mete en la farsa. El día más feliz en la vida de Olli Maki, boxeador finlandés, peso pluma, dispuesto a pelear por el título mundial pero siempre la pelea más grande es fuera del cuadrilátero. El amor nos va a destrozar porque se pone firme como un impedimento a pelear por la gloria. Una película muy sutil que roza el absurdo del boxeo contando la historia de un hombre que lucha contra toda la presión de su entrenador y así toda la ilusión de un país que espera brillar en lo más alto del deporte mundial; pero sueño de multitudes no dice sueño de todos.
Una pelea que perdió el cine nacional por aquella pluma tan anhelada, por aquella pluma dorada, en cierta forma se puede analogar a la trama de la historia, ya que no es de menos que la categoría del boxeador sea peso pluma y la sección del festival no sea la palma de oro mayor, la película que le ganó “una cierta mirada” en Cannes a la argentina La larga noche de Francisco Sanctis, ganadora del BAFICI anterior. Un boxeador enamorado, pero no de aquella sed de gloria, sino de una sonrisa que da todo por él, su mayor admiradora, una chica que le brinda la simpleza de la vida, los momentos verdaderos frente a una farsa mediática que gira en los preparativos de la pelea, pero esta pelea es el día más feliz de todos en la vida de Olli Maki, pero menos para Olli, ya que lo que se interpone en el camino a la gloria es el amor y lo va a destrozar. Lo va a destrozar con paseos en bicicletas, lo va a destrozar acompañando cada decisión, lo va a acompañar mintiendo riendo jugando a ser pequeños, olvidando el boxeo, las presiones, Finlandia, olvidando el mundo entero que se escapa como una piedra haciendo sapito en el agua.
Una película que lucha pero siempre alegre, que es triste pero alegre, que es blanco y negro pero alegre, no es una comedia y es alegre, es melancólica pero alegre, es alegre porque no entra en grandes dramatismos y sabe lucir los momentos con ciertos dejarse llevar, la narración fluye y llueve mucho, las peleas de Olli se mezclan todas en el agua del lago donde reflexiona en silencio, algo que no nos dice, ¿qué pelea quiere pelear? El amor nos va a destrozar, pero que nos haga mierda de verdad, un knockout que nos deje en el suelo y no nos podamos levantar.
Para volver a verla: Viernes 21, 22:30hs, Gaumont