Cetáceos
Sección: Competencia argentina – Unos ojos celestes que dicen que sí a todo con tal de cambiar su vida anterior, aunque sea por unos días, nada más, aquel pasado que la película no muestra porque no interesa, por la firmeza de una monotonía agobiante, la inseguridad de las decisiones, la inexactitud de lo que puede pasar. Todo eso con sólo unos ojos celestes, firmes en el rumbo del cambio, firmes dejándose llevar por la fluidez de las acciones que nadan como peces, más bien como ballenas, como cetáceos en el mar. Firmes pero disconformes, firmes pero cansados, firmes pero dispuestos a caer y no ser levantados, estar un rato tirados, mirando el mar en el cielo. Ella dispuesta a todo con su pasado guardado en unas cajas, sus emociones en una caja en el rincón, su cama en una caja sellada al igual que su corazón.
Una resistencia al cambio de vida… no así no, cambiar todo (aunque sea por unos días) que no importe nada más que ser alguien diferente, pero con los mismos miedos en las cajas, una caja adentro del teléfono y el amor se diluye por Skype. Ella vacía y él feliz, pero muy lejos, su felicidad ya no le dice nada, sino que pone los sellos en otras cajas más que llegan a la nueva mudanza en la vida cotidiana, como si ella no quisiera abrir las cajas porque no quiere terminar de entrar. Cualquier aire va a ser distinto si lo único que se quiere es escapar. El campo, el mar, la miel, todo va a oler mejor que las cajas que encierran y todo lo que queda afuera, en libertad, es lo que se entremezcla en esta historia que llega al absurdo, con situaciones que a veces parecen salir de una novela de Houellebecq y seguir fluyendo, seguir avanzando, más bien para irse apagando y encontrar la comicidad ahí, en algo que no se dijo, en un gesto fortuito, en buscar la incomodidad. No te estallás de risa porque te hace dar cuenta que la vida es absurda y uno lo vive como tal sin problema y en un canto de ballena, la belleza y la burla, si te emocionaste luego te reís, porque no entendemos el lenguaje de los cetáceos, no sabemos lo que nos dicen, pero sin embargo nos parece algo hermoso. En la película no necesitamos saber de un montón de cosas para empatizar con alguien que no se deja conocer y ahí entra su entorno, el tono de su teléfono, sus mentiras laborales, su mundo nuevo y sus cajas repletas de emociones. Un absurdo que la rodea y ella lo naufraga, o por lo menos eso denotan unos ojos que dicen lo suficiente para no tener que hablar demasiado, sino escribir una novela sin dar detalles de esta, ocultar los logros, estar feliz sin sonreír y estar triste sin llorar, que el azar del rostro vaya impregnado al azar de las cosas y si hay que fumar después de haber rechazado no importa.
Dir: Florencia Percia
Para volver a ver: Domingo 23, 13.40hs, Village Recoleta 5 – Martes 25, 16hs, Arteplex Belgrano 3