Cemento: El documental
Sección: Música – Todo un evento, una máquina del tiempo. Ya durante la mañana ir a retirar la entrada, ver la fila agotarse en la esquina y doblar para seguir una cuadra más, ¿quién toca? No, son las entradas para el documental de Cemento. Entradas agotadas enseguida, agregan otra función para cuando la primera termina, se vuelven a agotar las entradas, los trasladan a Plaza Francia, pero en la plaza no es lo mismo. La gente quería Cemento, volver a sentir el frío de sus paredes, respirar el aire dentro de la caja y volver veinte años atrás. El público claramente se dividía en dos, en los que habían asistido y los que aun no habíamos nacido o éramos aún unos nenes de pecho, pero lo importante no era eso sino que los que no habíamos ido queríamos saber cómo era el mito y eso te lo contaban en la esquina, haciendo la fila, miles de voces, miles de anécdotas donde cada uno recordaba sus andanzas en Cemento y que ahí compraban la birra, y que ahí se rompieron la cabeza y que en aquella esquina vieron vomitando a Ricky Espinosa y que ahí se pasaron los mejores momentos de sus vidas. Todo era una nostalgia que se consumía en el humo de los cigarrillos mientras se esperaba que la fila avanzara, no como en un cine, sino como en un recital, pasa el de las birras, pasa la cana, la gente se impacienta pero no canta canciones sino que cuentan anécdotas y ahí los que no fuimos escuchamos y aprendemos, no dudamos asistir si hubiéramos nacido un poquito antes.
Se abren las puertas y entramos al estacionamiento, el aire es el mismo pero Cemento no, la gente se ríe de los baños químicos. Se escucha “¿Te acordás cómo meábamos en el piso?” La gente empieza a sentarse y empiezan los cantos de Cemento, cada personaje se levantaba de su asiento y alentaba con los brazos como en un recital, pero cómo no, si esto en cierta medida seguía siendo un recital, un recital del tiempo. El cine como muestra de esto es experto, ya que une el ayer con el hoy, mezclando material de archivo de cuando Cemento era explosión, a entrevistas a quienes pisaron su escenario y le dijeron adiós y se negaron a estacionar sus autos en el templo que hoy es un pozo burocrático. Testimonios de esa denuncia, del pisotón a una cultura que como no la podían callar, le cerraron su casa, le cambiaron la cerradura y los hicieron dormir afuera y buscar otras partes. Anécdotas divertidas que se parecían a las que se escuchaban en la esquina antes de entrar pero en la boca de sus protagonistas y ahí te dabas cuenta que los protagonistas de Cemento no sólo eran los artistas sino que también sus espectadores, todo era un cuento una noche de Cemento.
El público se mantuvo siempre alerta desde que se apagaron las luces, cuando callaron los cantos recitaleros empezaron los spots del Gobierno de la Ciudad y enseguida le siguieron los insultos, apurando a que termine y como llamando a la banda que se presente de inmediato, insultos por contradicciones generadas como estar en un centro cultural histórico perdido recuperado por la máquina destructora de centro culturales, la sala no quería nada amarillo, sino vestirse de negro. Entre aplausos y risas tras cada aparición en la pantalla, se dividían los espectadores en pequeñas parcelas que celebraban las palabras del punk rock, otros las del heavy metal, otros las de las performances, otros se llevaron los aplausos de todos los estilos y esa combinación cultural de lo que era Cemento. Desde la Organización Negra a los Redondos, Sumo, Flema, Hermética, Damas Gratis, los testimonios eran varios y todos llegaban a la misma conclusión: Cemento, un lugar inolvidable. Y eso es contra lo que lucha la película, porque el olvido de Omar Chabán es parte de la misma censura. Cemento abrió las puertas otra vez, después de haberle abierto las puertas al under nacional por más de veinte años en todas sus ramificaciones, ahora abría para darle una oportunidad a la reflexión y a la banda más grande… nosotros. Los que no fuimos, aprendimos. Juampa Barbero
Dir: Lisandro Carcavallo
Para volver a ver: Viernes 28, 16hs, Village Recoleta 10 – Sábado 29, 22hs, Plaza Francia
El pampero
Sección: Competencia argentina – En un BAFICI con no tanta presencia cordobesa como en ediciones inmediatamente anteriores, Matías Lucchesi presenta en Competencia argentina El pampero, su segundo largometraje. El film sucesor de aquella hermosa ópera prima Ciencias naturales, continúa con la naturaleza como principal entorno pero esta vez con elementos de thriller que añade más dramatismo. A través de personajes cargados de misterio y oscuridad (nunca se sabe muy bien qué les pasa), la película nos cuenta la historia de un padre (el siempre excelente Julio Chávez) que tiene una enfermedad terminal y decide emprender un viaje en su velero. Pero, oh sorpresa, una chica (Pilar Gamboa) estaba escondida allí, escapando de algo por supuesto turbio: Puerto Madero y sangre no presta la imaginación para muchas cosas. En el transcurso de esta boat-movie (una road movie en el agua) desde Buenos Aires a Uruguay, un tercer personaje viene a poner las cosas picantes con su cuchillo, su sonrisa pícara y su mirada lasciva.
La naturaleza hace su magia, y el equipo técnico de la película la sabe usar: la iluminación y el dramatismo de los ruidos que se escuchan en el Delta se exacerban en el guión que parece simple, pero que fue cambiado varias veces por las dificultades que trae grabar arriba del agua (de hecho, el primer guión de El pampero es anterior a Ciencias naturales, según compartió Lucchesi). Bellísimas postales del Río de la Plata que el cine nacional nos debía, es hora de dejar de darle la espalda al río. Una narración construida con detalles, con sutilezas por parte de los actores, en una historia fundamentalmente de dolor: un dolor corporal que no puede solucionarse, el dolor por una relación fallida con su hijo, el dolor de la angustia, el dolor de no poder contar qué pasó, el dolor de la soledad amenazante. Rodrigo Piedra
Dir: Matías Lucchesi
Para volver a ver: Jueves 27, 13hs, Village Recoleta 7 – Domingo 30, 15.30hs, Village Caballito 8
Una hermana
Sección: Competencia argentina – Una película completamente política que denuncia el día a día de una realidad que se vive en el país, una película que asume el compromiso de tratar un tema de siempre pero nunca más actual que hoy. Salís del cine impactado, llegás a tu casa, prendés el televisor y la película continúa, apagás el televisor y salís a la calle y las mujeres gritan en las paredes, cerrás los ojos queriéndote hacer el indiferente sin pensar que Una hermana puede ser cualquiera, por eso ya desde el título está instaurada la idea de que la historia habla de una pero está hablando por todas. Las directoras encarnan una historia de una joven desaparecida en un pueblo y asi la búsqueda desesperada de su hermana, una desesperación que no tiene tiempo de llorar sólo cuando revienta en esos momentos que la realidad la desborda, la supera y la parte en pedacitos. Una búsqueda que choca contra todo tipo de mierda, porque la gente no se quiere entrometer por miedo, porque la burocracia policial logra desesperar aún más aquellos encuadres impactantes que denotan el abandono, llamados en vano, formularios, un tren que siempre llega pero nunca con ella.
Una película con una fuerte denuncia que se vale también de la técnica para resaltar cosas que no se pueden poner en palabras y es ahí donde entra el cine. La duración de los planos es necesaria en ciertos momentos para contar el peso del nudo en la garganta que no deja llorar a la protagonista, una joven dolida que se cae pero se levanta. Una chica Dardenne, que se levanta y se pone el peso del nudo en su espalda y sigue caminando en silencio, buscando testigos, buscando respuestas, buscando algo, lo que sea, para no caer en la nada porque es la nada el mismo nudo de su espalda, de su garganta que lucha sola frente a la burocracia, al silencio y a la falta de compromiso social. Una película que se sirve del pueblo como escenario ideal porque en el pueblo se escuchan los grillos y donde se escuchan los grillos es porque calla todo lo demás, una historia que sabe aprovechar muy bien el sonido para seguir narrando cuando los cuerpos se detienen, como se detiene todo en la cuestión, se detiene la investigación, se detiene la amabilidad, se detiene la compasión, pasa el tren otra vez pero ella no vuelve. Algo que no quiero que pase desapercibido porque puede pasar, me permito contar que las directoras se encarnan en la chica muerta. Lupe muerta: Sofía Brockenshire, Verena Kuri en los títulos. Este detalle no es menor porque la desaparecida en la historia es sólo una sombra y esto es justamente lo que las directoras denuncian, que toda aquella sombra que es Lupe, o cualquier otra, Micaela, Lucía, sombras iluminadas por una lucha constante que acá nos muestra el cine, aportando compromiso a los gritos en las paredes. El compromiso de la película en encarnar una denuncia social que se vive durante una hora de película en el cine con las luces apagadas en silencio, pero también durante todos los días a plena luz del sol ya sea en un pueblo del interior o cuando el sol se apaga bajo las luces de la gran ciudad. Una película silenciosa pero con mil voces que la respaldan. Juampa Barbero
Dir: Verena Kuri, Sofía Brockenshire
Para volver a ver: Jueves 27, 15.40hs, Village Recoleta 5 – Sábado 29, 18hs, Village Recoleta 5