El cine y la literatura, históricamente se han valido del amor para explotar su potencial al máximo. Y muchas veces se han dedicado a retratar esos amores que cualquiera de nosotros desearíamos vivir, el famoso “amor de película”: caóticos pero de ensueño (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos), parejas en las que sólo importa el amor (Diarios de una pasión), amores perturbadores pero amores al fin (Frida), etc. Esos amores que son tan perfectos e irreales que sabemos que en algún momento se derrumban y cae el velo que descubre la realidad. Y es muy común de estos amores tan intensos ver cómo se pasa instantáneamente del amor al odio, del amor a la muerte. Crimen en familia (All good things, Andrew Jarecki, 2010) es un combo de estos ingredientes tan usados en el cine: amor y crimen.
Basándose en hechos reales Crimen en Familia cuenta la historia de David (Ryan Gosling), hijo de un millonario (Frank Langella), que vive una vida sin objetivo y que nunca ha podido superar el suicidio de su madre. Al conocer a Katie (Kirsten Dunst), una joven sencilla, amorosa e inteligente, cambiará sus hábitos y juntos construirán un matrimonio casi perfecto. Hasta que David comenzará a comportarse extraño, sospechoso, a aislarse, a ser violento y las cosas no irán nada bien entre la pareja. Dentro de estos hechos se producirá la misteriosa desaparición de Katie, de la cual David será el principal sospechoso. Este es el tipo de películas que suelen sorprenderme gratamente: con un argumento ya visto y trillado y no mucha difusión, se logran productos interesantes e innovadores.
Creo que lo más destacable del film está en la construcción del personaje de David, que Gosling lleva de maravilla, creando un carácter sumamente oscuro, enigmático y escalofriante. A partir de la figura de este personaje se estructurará el relato subyacente sobre la relación contradictoria pero real entre amor y muerte. Desde su primer amor (su madre) David lo verá corrompido por la muerte, por una brutal y de la cual él será testigo directo; al encontrar nuevamente el amor en Katie (ya que con su padre mantenía una relación pésima), cuando todo parece ser perfecto y parecen estar viviendo en un sueño, su carácter empieza a mutar y en ese quiebre es donde entra en escena el crimen. Es bastante llamativo cómo la atmósfera del film va adaptándose al gradual desarrollo de la nueva faceta que el protagonista va dejando ver: al principio, la película tiene una iluminación clara, con un tono vintage y muchas de las escenas son al sol.
De a poco, desde la casa que compran, los ambienten van siendo más sombríos y muchos de los sucesos más tenebrosos suceden lógicamente por la noche. El desencanto de a poco va llevando al odio, lo que era el mismísimo paraíso se convierte en un infierno del cual es imposible salir. Katie que se presentaba como una chica pura, inocente, bella, irá también mutando su carácter a partir de los sucesos violentos que comienza a vivir: su personaje, todo un ideal romántico, se convierte en sombrío: la chica que antes tenía un maquillaje más que sutil y vestía naif, luego será adicta a la cocaína, se pintará los ojos de negro y vestirá como millonaria arrogante. Realmente todo el suspenso que contiene el film (que no es poco, pero no es el tradicional hollywoodense) es creado a partir de estos cambios progresivos que van oscureciendo los caracteres y creando un verdadero thriller psicológico.
Mientras que el agregado de “historia real” le aporta aún más escalofrío a la historia. Pero es muy interesante el hecho de que no haya escenas muy gráficas de los crímenes, sino que justamente el suspenso se construya a partir de los caracteres, y que el odio entre ellos vaya creciendo inminente, con el disimulo y ocultamiento de por medio. Cada personaje nos da la sensación de estar llevando a cabo una estrategia de venganza que puede dar el zarpazo en cualquier momento, lo que nos mantiene permanentemente expectantes. Y en relación a esto puedo decir que el espectador es inevitablemente arrastrado por esta intensa historia (o por lo menos en mi experiencia) que primero lo endulza y luego lo va invadiendo con un sabor amargo y lo hace entornar los ojos ante los sucesos morbosos e inesperados y lo hace tomar un lugar en la batalla psicológica que se libra en la pantalla.