Luego de pasar por Contracampo y por la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, Algo viejo, algo nuevo, algo prestado llega este jueves 5 de diciembre a los cines comerciales. La nueva película de Hernán Rosselli continúa algunas de las claves de su potente filmografía y presenta una historia de pura cepa argentina.
La tercera película de Rosselli se centra en el universo de la familia Felpeto, quienes administran un negocio de apuestas en el conurbano bonaerense. Con la muerte del padre, madre e hija quedan a cargo del negocio familiar y deben enfrentarse a la inminencia de los allanamientos policiales que tienen a toda la zona en vilo.
En esta nueva película, el director argentino vuelve sobre algunos de los tropos que reinan en Mauro y forja una clara línea de autor al abordar el trabajo desde la clandestinidad, el delito -y una visión alternativa sobre el mismo-, las economías familiares que se organizan desde los márgenes y el intimismo.
Con un registro que roza lo documental -género que eligió para su segunda película, Casa del teatro-, la cámara ingresa en los hogares, las camas, los espacios más íntimos de los personajes y despliega un realismo que abreva de la tradición más fuerte del Nuevo Cine Argentino.
En Algo viejo, algo nuevo, algo prestado también suma los diferentes registros narrativos y de cámara: el material de archivo -con el que viajamos al pasado de la familia Felpeto- y las filmaciones de cámaras de seguridad -que suman al relato el punto de vista de la “vigilancia” como si se tratara de una suerte de panóptico-. Hacia el final del relato, estas grabaciones se resignificarán y serán un punto clave de reconstrucción de la memoria de la protagonista.
Maribel Felpeto, la protagonista de la película que interpreta a la hija de la familia, se convierte en una presencia hipnótica. La actriz logra un personaje atravesado por las dudas sobre el pasado, la clandestinidad, el miedo, el amor y una actitud que oscila entre la timidez y el empoderamiento. Su entrega condensa un verdadero crisol de emociones que se traslucen no solo en los primeros planos intimistas sino también en la poderosa transformación del personaje a lo largo del relato.
Tal como anticipa su título, Algo viejo, algo nuevo, algo prestado se asienta sobre la tradición. No solo aquella que indica los objetos que nos darán suerte en un matrimonio, sino la tradición de un negocio familiar, del cual Rosselli nos muestra los entretelones. Es sobre esa misma tradición que la protagonista busca completar la memoria -en paralelo a la amenaza de la ley-.
La película de Rosselli es tan tierna como rabiosa; logra crear un universo íntimo, del cual el espectador es parte por menos de dos horas pero llega a conocer los detalles más crudos de la familia, las lógicas clandestinas y la necesidad del recuerdo.