Barbie es la tercera película de Greta Gerwig como directora y, desde antes de su estreno, generó expectativa, controversia, curiosidad y una fiebre rosa en todo el mundo. El film es ante todo un abanico de posibilidades: puede ser un largometraje de aventuras para niños y niñas, una comedia superficial y videoclipera, un viaje nostálgico a la infancia y, sobre todo, una feroz sátira sobre el sexismo y los roles asignados a las mujeres y hombres en la sociedad contemporánea.
La muñeca Barbie parece ser, por momentos, una excusa, un gancho para que lleguemos a lo que realmente es: una película de denuncia. Y, como lo indican los modales del juguete de Mattel, la revolución se hace con un buen maquillaje, un vestuario imbatible y una amplia sonrisa.
La historia es simple: la clásica Barbie hegemónica vive una vida de ensueño en Barbieland junto a las otras Barbies, los Ken y Alan. Todo parece perfecto en este mundo rosado donde las mujeres dominan la sociedad, todo es amor y paz y no existe la idea de muerte. Sin embargo, un día Barbie se despierta y su mundo ha cambiado completamente, por lo que debe viajar al mundo real para buscar a la niña que está jugando con ella y lograr que todo vuelva a ser como antes.
Principalmente, lo que la película propone son dos mundos opuestos: uno (el de Barbie) donde las mujeres son la fuerza productora y rectora, y otro (el real) donde reina el patriarcado y las mujeres son vistas como objetos sexuales, son acosadas en la calle y no ocupan puestos de poder. El espectador ya sabe que esto existe, pero vivirá la sorpresa de Barbie y Ken cuando ingresan a esta realidad: ella sentirá una extraña sensación de peligro y él una confianza desconocida hasta el momento.
Aquí se pone en funcionamiento uno de los recursos narrativos más atractivos: la sátira desde el extrañamiento de los protagonistas, que no son otra cosa que muñecos interactuando con humanos. A partir de allí, la película pone en funcionamiento el autodescubrimiento tanto de Ken como de Barbie, de manera individual y también colectiva.
Gerwig ideó una película feminista que también se toma las licencias que otorga la comedia para la ridiculización del movimiento, para satirizar el patriarcado y aún así otorgar complejidad a sus personajes masculinos. En este sentido, tanto Margot Robbie como Ryan Gosling desempeñan un trabajo de actuación desafiante, que incluye no solo el comportamiento de muñecos sino también el desarrollo de la danza, el canto y el absurdo.
Uno de los aspectos interesantes del film es que no pasa por alto la crítica a la muñeca como estereotipo de belleza inalcanzable que se volvió problemático para muchas generaciones de mujeres. Pero también hace hincapié en el empoderamiento de Barbie: ella lo puede todo. A su vez, las diversas capas que habitan en Barbie permiten a la directora darse la licencia para dar rienda suelta a la nostalgia subjetiva de quienes crecimos jugando con estas muñecas.
La inteligencia de la película de Gerwig no reside solo en su catarata de chistes ácidos sobre la cultura popular, la sociedad y los estereotipos de género, sino también en la introducción de la lucha y la revolución feminista de la manera menos esperada: con el color rosa como leit motiv. Barbie no es un film, a priori, para niños: es una propuesta de lucha y visibilización dirigida a las generaciones de los 80, 90 y 2000.
Gerwig propone la inversión de la lógica patriarcado vs feminismo y muestra cómo sería el mundo de anonimato y debilidad para los hombres, planteando también que el enfrentamiento entre los géneros no debería ser la salida. Lejos de ser una película “para mujeres”, el film es una herramienta revolucionaria con elementos de la cultura pop, que se presenta complaciente a prima facie y en su interior contiene las claves de la desigualdad de géneros y la importancia de la lucha.
El fenómeno Barbie también presenta diversas aristas. Por un lado, se trata del film más taquillero dirigido por una mujer, pero también de un verdadero evento cinematográfico equiparable a lo que han generado películas como The Rocky Horror Picture Show, que desde su estreno logró que el público se sintiera identificado y decida ir disfrazado a las funciones, algo que se mantiene hasta la actualidad.
Además, como si se tratara de un blockbuster de los 80, Barbie abarrotó de espectadores de todas las edades y géneros las salas de cine de todo el mundo. Así, más allá de su contenido, Barbie es un verdadero acontecimiento cinematográfico (junto con Oppenheimer, que fue estrenada mundialmente el mismo día).
Barbie es una película de nuestra época por diversas razones: es la prueba del triunfo de las mujeres en el cine, es posmoderna en su pastiche de referencias y recursos, las diversidades no están incluidas de manera forzada y versa sobre las problemáticas y tensiones de la sociedad contemporánea. El foco ya no está puesto solamente en una heroína femenina, sino que está profundizado al punto de plantear la visita al ginecólogo como el primer paso de liberación y empoderamiento de una mujer en el mundo real.
Barbie está disponible en salas de cine.