Entre las películas nominadas a los premios Oscar se encuentra Cónclave de Edward Berger (responsable de Sin novedad en el frente, ganadora del Oscar a Mejor película extranjera en 2023). Dentro de un panorama en el que se encuentra la osada La sustancia, la fantástica Wicked, la polémica Emilia Pérez y la apoteótica The Brutalist, Cónclave (basado en la novela de Richard Harris) se presenta como un film correcto en todos los sentidos, tanto a nivel técnico como en su planteo socio político.
No hay aspectos reprochables en este film, porque su fotografía es impecable, así como el vestuario y las actuaciones. Sin embargo, el exceso de seriedad y solemnidad parece prometer al espectador una película subversiva, de fuerte denuncia y reveladora, que eventualmente termina siendo un drama religioso que, por momentos, cae en los facilismos de chismes por los rincones.
La historia se centra en la elección de un nuevo Papa ante la repentina muerte del pontífice. Mientras un grupo de cardenales se reúnen en un cónclave, las grietas entre ellos no tardan en salir a la luz.
La sed de poder, las diferencias ideológicas y las diversas concepciones del rol de la Iglesia en la sociedad se van colando en cada votación hasta llegar a decidir el nuevo Papa. En paralelo, el cardenal a cargo del cónclave -interpretado por Ralph Fiennes-, encontrará secretos en cada uno de los presentes.
Uno de los puntos más interesantes de la película es su planteo sobre la inestabilidad de la Iglesia frente al avance de la modernidad. Las identidades diversas, el rol de la mujer en la sociedad y en la Institución, la convivencia con inmigrantes y creencias ya no son banderas de revoluciones, sino la misma realidad que atropella y a la que la Iglesia no puede seguir ignorando.
Cónclave recoge un tumultuoso clima de época atravesado por la inmigración de musulmanes en Europa, la crisis de la fe cristiana y la visibilización de diversas identidades de género. Incluso, podríamos decir que existe un guiño al Papa Francisco con la presencia de un personaje clave latino y de fuerte conciencia social.
Cónclave es una película perfecta en sus detalles técnicos, aunque promete dar más de lo que termina ofreciendo. Si hablamos de dramas religiosos, títulos como La duda (2008) o La mala educación (2004) tienen aún más valentía que este planteo actual que, correcto en sus formas y fondo, deja de lado la posibilidad de la provocación por sucumbir de lleno a la agenda del progresismo.