Aftersun sigue un viaje a Turquía en la década de los noventa de Calum (Paul Mescal) y Sophie (Frankie Corio), quienes parecen ser más hermanos que su parentesco real. La propia directora, Charlotte Wells, comentó que este detalle fue inspirado en su historia real al ver fotos de unas vacaciones con su padre y sorprenderse de lo joven que lucía.
Sophie es una chica indudablemente madura para su edad, que sorprende con sagaces preguntas como “¿por qué se dicen ‘te amo’ con mamá si no están juntos?”, o con pedidos a su padre de que no le ofrezca clases de canto si ella ya sabe que él no tiene dinero. Fuera de esos momentos donde el personaje paterno queda en jaque, la relación entre ellos es tranquila y divertida. Si Francesca se roba la ternura y las risas de la película, Mescal es definitivamente quien se lleva el aire y las lágrimas de la audiencia con su interpretación de Calum.
En ningún momento del film se menciona la palabra depresión, y sin embargo ese es el eje de la historia: debajo de sus sonrisas, Calum lidia con una batalla interna. Hay un antes y un después en su rol cuando su hija le describe que su ánimo estaba decaído después de tener un gran día y que se sentía agotada, como si sus huesos no funcionaran, como si se estuviera hundiendo y todo la cansara.
Ahí mismo, Calum escucha de la boca de alguien de once años cómo funciona la depresión que él, presuntamente, ha sufrido toda la vida. “Él quiere pero no puede”, dijo Mescal en una entrevista hablando sobre la escena del karaoke donde Sophie sube al escenario a cantar “Losing My Religion” y le dedica unas líneas que van directo al corazón de su padre: “Creí escucharte reír/ Creí escucharte cantar/ Creo que creí verte intentar”.
Varias escenas muestran a Calum aprovechando sus momentos en soledad para hacer tai chi, un arte marcial que ofrece beneficios en lo corporal y lo mental. No es menor que recurre a esta actividad que relaja y serena luego de llegar al hotel y enterarse que no les dieron el cuarto correspondiente. En la llamada donde se queja con el hotel, marca algo muy importante del personaje: él no necesita ponerse violento cuando está enojado, incluso termina la llamada con un educado y amable “gracias”. Este breve intercambio ayuda a dejar de perpetuar y, de cierta manera, continuar naturalizando la idea de que la única forma de resolver algo para un hombre es mediante la fuerza y la violencia, el conocido efecto “personajes masculinos escritos por mujeres”.
Para contar con una directora que únicamente había hecho cortometrajes, un actor que hace solo dos años apareció en la industria, y una chica desconocida de doce años, Aftersun se ha consolidado como una de las mayores sorpresas del año. Queda claro que tanto Wells como Mescal y Corio han llegado al cine para quedarse.
Aftersun está disponible en cines.