Introducirse en la soledad y el abandono, en momentos de felicidad breve, en lo absurdo y lo ridículo: El Agente Topo, la película documental adquirida por Netflix, retrata de cerca y de manera emotiva a la tercera edad.
Nominado a los premios Goya como “Mejor película iberoamericana” y preseleccionado en los premios Oscar en las categorías de “Mejor película extranjera” y “Mejor documental”, este film chileno nos muestra a Sergio Chemy, un reciente viudo de 83 años que, buscando pasar su duelo y con nula experiencia, se convierte en espía gracias a un aviso que leyó en el diario. Contratado por Rómulo, un detective privado, su trabajo será infiltrarse como un topo en el geriátrico San Francisco, escribir informes detallados del día a día para ver las condiciones de vida de sus habitantes y descubrir si tratan de manera correcta a una de las ancianas que vive allí.
Sonia Pérez, la señora a la que el protagonista debe investigar, casi no emite palabra, es reacia al tacto y no tiene relación con nadie. Sergio la observa constantemente, las enfermeras tienen buen trato con ella, nadie le hace daño. ¿Qué es entonces lo que podría estar mal? Casi sin decirlo, la película revela la respuesta a esta pregunta: nadie va a visitarla. La preocupación de su hija (la que contrató el servicio de espionaje) presenta un escenario casi ridículo. ¿Por qué no es ella la que averigua cómo se encuentra su madre? ¿Por qué no le pregunta ella misma si está bien, en vez de contratar un servicio de espionaje? La película se desvía rápidamente de su motivo inicial para mostrarnos de lleno la realidad del lugar a través de los ojos contemplativos del protagonista, quien pone a la luz lo que todos allí, incluida Sonia, tienen en común: el sentirse solos.
“Como sociedad hemos propiciado el aislamiento y la no integración de los adultos mayores (…), con una sociedad que no quiere envejecer, que no quiere enfrentar la vejez y que tampoco se quiere relacionar con personas mayores”, aseguró en una entrevista para CinemaChile Maite Alberdi, directora de la película. La marginación de los adultos mayores da cuenta del rechazo que existe en nuestra sociedad al envejecimiento y lo que trae consigo. En la película poco importan los problemas de salud físicos y el deterioro que conlleva la edad, el foco está puesto en las consecuencias del abandono y de la pesada soledad en la psiquis de los habitantes del geriátrico. Mientras algunos viven esperando que alguien los visite, otros se resignan a la soledad.
El Agente Topo es un retrato de la vejez, que muestra un particular abanico de personajes: graciosos como Zoila, una señora cleptómana, tiernos como Petronila que con su memoria intacta recita poesías y resignados como Rubira, que con un alzheimer inminente y sin visitas se vuelca en el inevitable olvido. Maite Alberdi, reconocida por sus documentales La Once y Los niños, no solo captura momentos de angustia, sino también pequeños y significativos espacios de felicidad, tales como un cumpleaños sorpresa, charlas entre amigas y un aniversario.
Al empezar a ver esta película uno tiene la misma expectativa del geriátrico que el espía: un lugar donde los ancianos son descuidados y maltratados. Su idea de lo que debería ser el lugar comienza a desmoronarse rápidamente cuando lo conoce realmente. Así descubre que quienes lo habitan no son, ni nada más ni nada menos, que personas. Personas que a través de las actitudes simpáticas y joviales de Sergio, comienzan a verse más felices y animadas, mostrando que no son ancianos perdidos, sino carentes de afecto. Sobre esto, dijo Maite Alberdi en una entrevista para CinemaChile: “Las personas que son dependientes quedan afuera, por mucho que hoy en día se promueva la autonomía de la tercera edad, no podemos obviar que tienen un nivel de dependencia siempre y que necesitan a un otro. Tenemos que asumir que necesitan a un otro y cómo los integramos desde ahí, y creo que eso es un desafío que se plantea la película”.
El agente topo está disponible en Netflix.