En las venas del cine latinoamericano contemporáneo fluye la esencia de Julio Hernández Cordón, cineasta de padre mexicano y madre guatemalteca que conjuga la crudeza de la realidad con la sutil melodía de la poesía moderna. En El día es largo y oscuro nos invita a sumergirnos en la vida de Vera, una adolescente atrapada en un torbellino de emociones y conflictos internos; la violencia se entremezcla con la música y la rebeldía juvenil se abre paso entre la desilusión. Su sed de sangre, una maldición que la diferencia del resto, la enfrenta a una lucha constante por mantener la cordura y encajar en un mundo que no la comprende.
La relación entre Vera y su padre, Cruz, es uno de los pilares centrales de la historia. La película no ofrece respuestas fáciles sobre los vínculos familiares. Es compleja y llena de matices, está marcada por el amor, el miedo, la incomprensión y la culpa. Cruz ama profundamente a su hija y está dispuesto a hacer todo lo posible para protegerla y ayudarla a controlar la naturaleza de su abstinencia. Sin embargo, el vampirismo de Vera también genera miedo en Cruz, teme por su seguridad y la de los demás. Este miedo lo lleva a tomar decisiones difíciles y a veces erróneas.
La Ciudad de México no es la metrópolis vibrante y llena de vida que conocemos. En esta película, la megalópolis se transforma en un escenario desolado, un reflejo del vacío que habita en el interior de la protagonista. Las calles solitarias, los edificios altos y la oscuridad que impera crean una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Vera se mueve como un fantasma, una figura encapuchada que merodea en las sombras, buscando su presa.
Además del vínculo familiar que permea la trama, se pueden apreciar varias influencias características del cine de Hernández Cordón. La temática del tráfico de sangre evoca resonancias de Te prometo anarquía (2015), mientras que los travellings estéticos en bicicleta nos remiten directamente a escenas de Atrás hay relámpagos (2017). El movimiento sobre ruedas ya se convirtió en una marca distintiva del director.
En otra vertiente, el uso de máscaras que cubren la narrativa rinde tributo a la estética de Comprame un revólver (2018), sumando capas de fuerza simbólica a la historia. Sin embargo, la joya en la corona de las películas de Cordón siempre radica en su banda sonora. En esta ocasión, nos hechiza con “Vida virtual” de Hospital de México en múltiples versiones, junto a un cameo nocturno de El Príncipe Idiota, destacando una vez más su devoción por el indie rock argentino.
La última película de Julio Hernández Cordón se vuelve un espejo con Cruz, quien en la ficción interpreta a un director que expone su película de vampiros en festivales. Siguiendo el camino trazado por Solo los amantes sobreviven (2013) de Jim Jarmusch y Déjame entrar (2008) de Tomas Alfredson, Cordón desafía las convenciones del género, escupiendo una entrañable obra maldita que no dejará indiferente a nadie.
El día es largo y oscuro, de Julio Hernández Cordón
2024 – México, Colombia
Sección: Nocturna
Seguí la cobertura del 25 Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente en este enlace.