Maestro es el nuevo trabajo de Bradley Cooper como director y actor y se trata de una película biográfica sobre el compositor y director de orquesta Leonard Bernstein. Este film que cuenta con siete nominaciones a los premios Oscar, entre ellas a Mejor película, sigue la línea de muchas biopics que toman la historia de amor más importante de una celebridad para narrar su vida desde ese punto de vista.
Abundan los ejemplos de películas que toman este camino: Johnny y June: pasión y locura (2005) que aborda la biografía de Johnny Cash desde su vínculo con June Carter; la recientemente estrenada Priscilla, que se enfoca en Priscilla Presley pero inevitablemente lo hace alrededor de su matrimonio con Elvis; Napoleón, que se centra en la relación del Emperador con Josefina, y podríamos seguir.
¿Por qué las biopics siguen recurriendo a esta estructura? Será porque las relaciones amorosas muchas veces se convierten en el centro de la vida de una persona y terminan por determinarla, o también porque, como recurso narrativo, resulta más provechoso y atractivo contar la historia de una figura a través de su vínculo con otra.
En el caso de Maestro, el título deja en claro que el protagonista será Bernstein (interpretado por un transformado Cooper), aunque también contiene una gran cuota de ironía. La película es una exaltación de su obra, pero principalmente de su neurosis, su doble vida y sus contradicciones. El Maestro está humanizado en la visión de Cooper y esa humanización se funda en su vínculo con su esposa Felicia (interpretada por Carey Mulligan).
El film de Netflix contiene muchas aristas atractivas. Una es la elección de combinar el color y el blanco y negro para marcar los saltos temporales. Otra son las sobresalientes actuaciones de ambos protagonistas y la gran presencia de la música, que hace que la narración tenga un carácter hipnótico.
También cabe resaltar que algunas de las secuencias en las que se muestra a Bernstein dirigiendo son realmente magistrales en su dirección y muy contemplativas. Se presentan como auténticos momentos narrativos y no solamente como condimentos musicales.
En cuanto a la relación de este peculiar matrimonio, el film tiene una mirada moderna al plantear que el amor no tiene una sola forma ni tampoco debe responder a los postulados de la familia tradicional para perdurar en el tiempo.
Lo que sí -y esta puede ser la letra chica de una relación fuera de lo convencional-, es que siempre hay una de las partes que resulta más herida y, como podemos imaginarlo, en este caso es la mujer, quien no solo vive a la sombra del gran maestro sino que también acepta que él desarrolle su bisexualidad teniendo relaciones con otros hombres.
Hay en este film, por momentos, una idealización de esa mujer sufrida, que soporta en pos de un amor que parece ser diferente, que completa la figura de “extraño” del gran genio musical. También, el film se propone dejar en claro que este maestro puede desarrollarse en gran parte porque hay una mujer sosteniendo la estructura familiar, cuidando de su psiquis y resignando su libertad para que él de rienda suelta a la suya.
Maestro es un film interesante que demuestra las grandes habilidades y la sensibilidad de Cooper para la dirección. Dentro del mundo de las biopics, es una apuesta más profunda y crítica que la mera intención de contar una vida. Sin embargo, Hollywood parece empeñado en alejarse de la complejización mientras sigue reivindicando a mujeres al exhibir el sufrimiento y “castigando” hombres mientras exhibe sus privilegios, en un intento fallido de entrar en agenda.