El director estadounidense Ira Sachs continúa indagando en las relaciones amorosas y en el comportamiento humano desde un cine sincero y que se amolda a su contemporaneidad. El relato de Pasajes podría suceder en cualquier época, pero lo que lo hace sumamente actual son los pequeños condimentos que lo enriquecen. La historia se ha visto muchas veces en el cine: un hombre narcisista se enamora de una mujer y decide separarse de su pareja, aunque rápidamente la situación comienza a enredarse y los tres ingresan en un caótico triángulo amoroso.
Decir caótico y triángulo amoroso en una misma oración quizás suene redundante, pues una historia que comienza así, al menos en la ficción, suele estar destinada al fracaso y la destrucción de las partes. Esto es lo que sucede en Pasajes, que agrega desde el comienzo un condimento al menos novedoso: el protagonista es gay y en su “adulterio” está experimentando con una mujer de quien se enamora perdidamente. Parece, por un segundo, estar buscando una vida de familia tradicional.
El cine actual está plagado de protagonistas con los que no empatizamos, que complejizan la noción de antihéroe para entregar a un personaje tan humano que no genera ningún tipo de admiración. Tony Montana en Scarface es un ser repudiable, al igual que Alex DeLarge en La naranja mecánica, pero su construcción ficcional los presenta como admirables y en el espectador se activa el deseo de vivir la vida de un gánster o de un joven anarquista y violento.
Con Tomas (Franz Rogowski), el protagonista de Pasajes, podemos encontrarnos tan identificados como repelidos, pero es una pintura de los personajes casi naturalista, ya que despliegan en su vínculo con otros las miserias del ser humano. Estas miserias no son primitivas, sino más bien producto de la vida en civilización y de una clase social que aparece satirizada en el film. El nuevo trabajo de Sachs tiene una gran identidad y logra sumergirnos en el propio universo de esta historia en la que los personajes transitan como si no existiera otro mundo alrededor más que el de sus propios sentimientos y tribulaciones.
En este sentido, la tríada protagónica que se completa con Adèle Exarchopoulos y Ben Whishaw ofrece un trabajo actoral de alto nivel de compromiso -algo que queda plasmado de maravilla en las arriesgadas y recurrentes escenas de sexo-. Pasajes es un drama humano que en sus peculiaridades logra mantener la tradición de films de esta temática y a la vez la originalidad y la novedad. Sus personajes son los que sostienen esta narración y le otorgan una vivacidad sorprendente, incluso llegando a rozar lo telenovelesco. Pasajes muestra que el humano es un ser social, pero también se encarga de estrangular sus relaciones hasta la máxima perversión emocional.
Pasajes está disponible en Mubi.