Camila Sosa Villada es una provocadora nata. Su nueva propuesta artística es la adaptación al cine de su novela de 2019, Tesis de una domesticación, en la que es la actriz protagónica. El film dirigido por Javier Van de Couter cuenta la historia de una actriz trans consagrada, gozando de su reconocimiento, su posición económica y su libertad. La rutina matrimonial, dejar en segundo plano las responsabilidades laborales, alejarse del submundo queer nocturno y recibir un hijo serán los desafíos que comenzarán a domesticar a la protagonista.
La actriz parece estar en un disconfort constante, aunque da pasos firmes a través de esa vida que parece no corresponderle. Una travesti que triunfa en el arte de élite, que llena funciones en el CCK, que se casa con un abogado y lograr adoptar un niño, parece ser solo parte de la ficción. Pero esos cuestionamientos pasan a un segundo plano porque la película se centra en el interior de la protagonista: en el salvajismo irrefrenable que la lleva a tener sexo a como dé lugar, en la constante conexión con sus raíces, en la duda que se proyecta en su mirada, en las copas de vino que la liberan y los vestidos escotados con los que encara al mundo.

La trama parece debilitarse por momentos, ya que la interioridad del personaje se pierde o se vuelve redundante. Sin embargo, cabe rescatar que, para públicos pacatos -o poco avezados en el mundo travesti-, la película es un cross a la mandíbula. Hay sexo por doquier, desnudos, drogas, fiestas gay y parejas que no responden a los cánones de género tradicionales. De todos modos, la incomodidad mayor no llega con el sexo, sino cuando el espectador comienza a sentirse como la protagonista: encerrado en una casa moderna, lujosa y fría, con el deseo cercenado y con la estructura de familia tradicional pisando los talones.
La protagonista parece una yegua vencida y atada a un árbol, que siempre encuentra el modo de rescatar su primitivismo. La domesticación es la que le llega con "la vida soñada", pero la contradicción es también un resultado de ello. La actriz parece lograr convertir esa contradicción en sincretismo: se descalza y camina por el río hasta llegar a la casa de uno de sus amantes, para luego volver apaciguada a cuidar de su hijo y comer un asado en familia. Tesis sobre una domesticación resulta efectiva en la construcción de la interioridad de un personaje que pocas veces estalla con un grito, un golpe sobre la mesa o un llanto, ya que la mayoría del tiempo se erige estoica entre el deber ser y las pulsiones.
Tesis sobre una domesticación está disponible en cines.