¿Cómo convivir con el horror? ¿Cómo encontrar la vida de tus sueños y la vitalidad cuando solo es una pared lo que te separa de la tortura y la muerte? La familia Hoss nos muestra cómo todo eso es posible en Zona de interés, la nueva película de Jonathan Glazer. La cinta cuenta con cinco nominaciones a los premios Oscar y es una de las propuestas más audaces de esta temporada.
Se trata de una adaptación libre del libro homónimo de Martin Amis, que a su vez está basado en la historia real de la familia Hoss, compuesta por el padre -un criminal de guerra nazi-, su esposa y sus hijos. Esta familia aparentemente perfecta vive en una moderna y prolija casa en Auschwitz, a la que solo la separa una pared del campo de concentración.
El film de Glazer muestra, a través de un inteligente uso del sonido y la imagen, cómo es la vida de esta gente que solo se ve amenazada cuando el padre debe ser trasladado. La mujer se impone y le explica con convencimiento que el espacio que están habitando ella y su familia es lo que siempre soñaron: naturaleza, seguridad, tranquilidad y, sobre todo, vitalidad.
Poco le importa que desde el colorido y prolijo patio de su casa se pueda ver el humo de los hornos donde se incineran los cuerpos de decenas de personas cada día, o que los gritos y los disparos sean una constante en su cotidianeidad.
El cinismo es un elemento clave de The Zone of Interest, encarnado sobre todo en el personaje de la madre (interpretada por la siempre genial Sandra Hüller), quien llega a designarse a sí misma como “La reina de Auschwitz”. Este personaje no hace “oídos sordos” ante lo que sucede junto a su casa, porque, básicamente, no hay nada allí que ella conciba como el mal. Esta mujer es plenamente consciente del horror, solo que no lo concibe como tal y eso la hace aún más maligna.
Entonces, ¿qué pasa si los villanos de una historia se ven como personas completamente normales? Uno de los grandes aciertos de Glazer es no mostrar a sus personajes como desagradables, violentos o desequilibrados. Son una familia “hecha y derecha” y el horror puede residir allí también. Más fácil sería para el espectador encontrarse con una representación negativa y exacerbada del horror, pero el director elige todo lo contrario.
En este aspecto es donde brillan el trabajo de fotografía y el de diseño sonoro -que estuvo a cargo de Johnnie Burn-. La combinación contradictoria entre la belleza de lo visual y lo escalofriante de lo sonoro es una constante en la película. La crudeza está representada solo en el sonido, lo que la hace más desesperante. Así, The Zone of Interest se corre de la tradición mainstream de la representación cinematográfica del Holocausto.
The Zone of Interest es un film complejo que dispara múltiples aristas y tropos. Es inquietante para el espectador en cada segundo, pues propone una extraña y horrorosa calma que refuerza con un inesperado final en el que el espacio ha sido resignificado desde una nueva pulcritud indiferente.
La narración nunca llega a explotar porque los espacios en los que nos sitúa son los del poder y la tranquilidad. Nunca cruzamos del otro lado del alambrado, solo vemos el hollín que sale de la nariz del protagonista y los lujosos tapados expropiados a mujeres judías. Así, somos sometidos a los incesantes y cruentos gritos que contaminan sonoramente la paz de esta familia perfecta.
Zona de interés está disponible en cines.