Clint Eastwood estrenó una nueva película a sus 94 años y demostró que se mueve con comodidad en aguas más que conocidas. Fiel a su estilo analítico de la realidad y la sociedad norteamericana -aún enalteciendo los valores nacionales- el director ejerce en Jurado N°2 una crítica sobre el sistema judicial a partir de un grupo de personajes que intentan llevar a cabo un juicio por jurado frente al asesinato de una joven.
Eastwood nos muestra que cada uno de ellos busca que este proceso sea lo más expeditivo posible, aunque eso incluya la posibilidad de dejar preso de por vida a un hombre que podría ser inocente. Con un potente protagonista (Nicholas Hoult), la historia presenta al hombre estadounidense modelo, aparentemente sin fallas en su accionar, que vive una vida tranquila familiar y es citado a ser parte de un jurado. Pero este juicio por homicidio lo pondrá entre la espada y la pared en torno a sus convicciones y el deber como ciudadano.
A través de intensas escenas de debate entre los miembros del jurado y las exposiciones de los abogados, la película nos zambulle en un caso que en un principio se presenta simple y con sus elementos claros. Una joven pareja -con un historial de violencia- tiene una pelea en un bar. Tras la discusión, ella abandona el lugar alcoholizada, en el medio de una noche lluviosa. Él la persigue y ella aparece muerta en una ruta. Violencia de género, política y el rol de la justicia son los elementos clave que Eastwood, bajo el guion de Jonathan Abrams, toma para plantear dilemas éticos.
A priori, todos parecemos saber distinguir qué es lo justo de lo injusto y cuál es la manera correcta de obrar, aunque las contingencias subjetivas se inmiscuyen cuando la cosa se empieza a complejizar. Cada uno de los miembros del jurado tiene diferentes razones para dar su veredicto: dramas familiares, pasados teñidos por adicciones y algo tan mundano y cotidiano como la necesidad de cumplir lo más rápidamente con su deber para volver al hogar.
Los héroes de Eastwood siempre son portadores de una rabiosa humanidad y es la vida la que se los lleva puestos. A diferencia de los personajes que él interpretó en el pasado -de la mano de Sergio Leone o en películas como Harry, el sucio y Fuga en Alcatraz-, los protagonistas de sus films como director están anclados en la realidad más mundana y es allí donde surge el evento extraordinario. Para identificarlos solo basta pensar en los dilemas morales presentados en Million Dollar Baby, Gran Torino y Richard Jewell.
En Jurado N°2, el protagonista oscila constantemente entre el heroísmo y el antiheroísmo y el juicio se termina convirtiendo en un proceso interno de debate moral. Su decisión ya no es sobre la justicia, sino sobre sí mismo. Mientras todos los involucrados parecen tener intereses que superan la búsqueda de la justicia y la verdad, estos dos términos fundantes de la nación estadounidense comienzan a tambalear al estar en manos de un hombre común que solo busca ser feliz. A sus 94 años, Eastwood entrega una película sólida, crítica del sistema y valiente por sumir al espectador en la misma experiencia que el protagonista.
Jurado N°2 está disponible en Max.