Nicolas Cage es una verdadera rara avis dentro de Hollywood. Tiene tantos amantes como detractores, es una figura del cine mainstream que incursiona en el indie, no teme hacer el ridículo, no es un galán y tampoco fue el actor fetiche de ningún director. Si algo le faltaba para terminar de ser extraño en el panorama de Hollywood era volcarse al cine de terror, género con el que viene coqueteando desde 2018 con Mandy.
El ganador del Oscar por su rol en Leaving Las Vegas se puso el traje de Drácula para Renfield y ahora es el protagonista de Longlegs, uno de los films de terror más esperados del 2024, que está dirigido por Oz Perkins. Desde el área de marketing del film decidieron mantener en secreto la apariencia del villano -encarnado por Cage- y crearon una gran expectativa en torno a lo terrorífico que podría ser.
Este tipo de decisiones pueden ser peligrosas, porque luego el film debe estar a la altura de estas expectativas. En pocas palabras, Longlegs es una buena película pero parece quedarse a medio camino en muchos aspectos. Por un lado, se trata más de un policial que de un film de terror, si bien su villano es un estremecedor psicópata con rasgos de bizarrismo. La verdadera protagonista de esta historia es la policía investigadora que termina personalmente involucrada en este caso. En este sentido, el film se inscribe en una tendencia de nuevos policiales noir con mujeres protagonistas como Misántropo de Damián Szifrón.
Por otro lado, esta película abre múltiples puertas, nos muestra historias y personajes más que atractivos pero parece cerrarlas antes de exprimirlos al máximo. Esto sucede fundamentalmente con el personaje de Cage, el cual no solo da nombre al film sino que se presenta altamente complejo: es un satanista empleado del Diablo, un hombre fuera de época, un psicópata con rasgos de pedofilia y un artesano que construye fabulosas muñecas en tamaño real. Sin embargo, su personaje deja varios puntos sin desarrollar, al igual que la madre de la protagonista.
Una mención especial merece la presencia de T. Rex en toda la película. Su poesía y su música abren y cierran este relato, haciendo referencia a la década del 70, momento en que Longlegs fue joven. También evoca la estética del glam rock que parece ser la que el villano aún continúa teniendo: una melena larga y maquillaje pronunciado. Además, T. Rex aparece como símbolo de satanismo y ocultismo, algo de lo que las bandas de rock de los 70 fueron acusadas.
Longlegs parece ser un personaje fascinante: completamente loco, esclavo del demonio, anacrónico y malvado, pero no llegamos a conocerlo del todo. La narración salta de un lado a otro, entre la infancia de la protagonista, su valentía actual, la investigación que decodifica de las pistas del asesino y más.
Lo que no puede negarse es que Longlegs aprovecha los recursos formales y estéticos para entregar una película visualmente exquisita, bien a tono con el reinado del Art House Horror. Cage cumple al volver a ser un excéntrico de Hollywood y esta vez se transforma completamente para darnos una actuación memorable.