Días atrás llegó a los cines el film argentino Vera y el placer de los otros, la ópera prima de Romina Tamburello y Federico Actis. Se trata de un coming of age, un drama adolescente que recorre el descubrimiento de la sexualidad en la juventud y el fuerte choque con el mundo adulto.
“Vera, una adolescente de 17 años, reparte sus días entre el vóley, la escuela y un pasatiempo secreto: subalquilar por un par de horas un departamento vacío con bolsas de dormir para que otros adolescentes tengan sexo. Para esto, le roba las llaves del 3ºB a su madre, quien administra esas propiedades inmobiliarias”, comienza la sinopsis.
“No necesita el dinero de estas rentas, lo hace porque disfruta escuchar detrás de las puertas el placer ajeno jugando a ser invisible”, concluye el texto que anticipa esta película protagonizada por Luciana Grasso, Inés Estévez, Estefanía Nicoló, David Zoela, Mariano Raimondi y Carlos Resta.
Vera y el placer de los otros es una película osada por abordar la sexualidad en la adolescencia. Con reminiscencias al film chileno Joven y alocada, esta película se sitúa en un problema común para cualquier adolescente -¿dónde tenemos sexo?- y en la coyuntura actual que muestra a mujeres con más permisos sociales y personales para explorar su deseo.
La protagonista de esta historia, Vera, tiene un look clásico y aniñado, pero parece no conocer de límites o miedo a las consecuencias -rasgo típicamente adolescente-. Así, la película nos muestra desde su perspectiva cómo ve el mundo, cómo siente los placeres y cómo estalla la realidad en su cara.
El film es realista, no solo porque propone que los deseos y la rebeldía son irrefrenables, sino porque tendrán consecuencias inmanejables para una niña. De hecho, el relato oscila constantemente entre el mundo adulto y el adolescente: en ambos hay secretos, deseos, mentiras, pero cada uno lo vive diferente.
En la misma línea del realismo, los personajes hacen constante hincapié en el uso del preservativo, algo poco visto en el cine en general, presencia infaltable para cualquier relación sexual.
Vera y el placer de los otros es disruptiva en varios aspectos porque muestra un deseo “fuera de la norma” de la mano de una joven, pero nunca deja de tratarla como tal. No hay una “adultización” de los adolescentes, ni reminiscencia a la tradición de Lolita, sino que la sexualización de la protagonista se desarrolla dentro y junto a su adolescencia.
Es realmente un desafío enfrentarse a una historia erótica con personajes menores de edad, aún cuando el sexo es parte de sus vidas en la realidad objetiva. Vera y el placer de los otros es una película valiente al meterse en esta zona peligrosa y sumamente interesante por hacerlo con la perspectiva correcta.