El tema de la educación parece ser un problema serio y permanente en la agenda de los Estados Unidos. Esta vez, el director de la aclamada American History X, pone el foco en los problemas del alumnado que llevan al constante fracaso de los profesores. Detachment (Tony Kaye, 2011), que se ha traducido como El Profesor, es el espacio hostil donde se concentran rencores, fracasos, carencias e inseguridades. Henry Barthes (Adrien Brody) es un profesor suplente que entra a un colegio bastante problemático donde tendrá que lidiar no sólo con las duras realidades de alumnos y profesores sino con su propio pasado. El film cuenta con las actuaciones de James Caan, Lucy Liu, Blythe Danne, Marcia Gay Harden, entre otros. La película ante todo es dura, como cada acción y escena que la compone.
No hay reparos, sino que se apela descarnadamente a la emotividad. Y esto, a pesar de ser un poco abrumador, no cae en cliché porque las historias retratadas son sumamente verosímiles. Sí se puede decir que llega un punto en que el argumento es tan down que cansa. Pero parece ser que el director intenta llegar lo más hondo posible, tocar esos espacios más emotivos del espectador para hacerlo partícipe de una realidad ineludible y problemática. Es un poco exagerado en el punto en que todo lo que sucede es caótico y son golpes bajos: la vida de Henry, la gente con la que se relaciona, las historias en las que se involucra, etc. No existe el disfrute. Pero es que con este caos permanente el director intenta decirnos algo, provocar esa misma sensación de abatimiento que sufren los personajes. Nos encontramos frente a una historia que en algún punto se pretende documental: si bien no toma “hechos reales”, sabemos que cada personaje y caso son representaciones de lo real. Además se agrega la estrategia narrativa de “testimonio”, mediante la cual los personajes se dirigen a la cámara contando sus percepciones y opiniones. La perspectiva que se adopta para narrar la historia es la de los profesores y directivos que día a día luchan contra situaciones hostiles: madres violentas, alumnos que no tienen ningún tipo de interés en aprender, conductas inaceptables, problemas de aprendizaje, etc.; y todo parece ser un callejón sin salida. Mientras los profesores entregan lo mejor de sí, reciben muy poco a cambio. Así es que asistimos, en varios momentos del film, a escenas de quiebre que muestran a los profesionales completamente abatidos por la situación. La película presenta una mirada dura y sin tapujos (como es el estilo del director) sobre la juventud de clase media baja en Estados Unidos. Si bien es una mirada audaz, comprometida socialmente, militante y que interpela al espectador, la considero un tanto apocalíptica. La sensación de que está todo mal y que el cambio no es posible, la falta de esperanza persiste luego de ver el film. Pero vale la pena disfrutar de la excelente narración, la reveladora actuación de Adrien Brody (la crítica ha comparado esta actuación con su trabajo en El Pianista) y la interesante mirada sobre la situación de la educación y las respuestas o enigmas que se generan a partir de sus actores: profesores, directivos, peces gordos, alumnos y padres.