Si nos ponemos a observar los estrenos del último tiempo en la rama del thriller, suspenso, thriller psicológico, realmente nos decepcionamos mucho. Siendo un género tan explotado por la industria hollywoodense podemos decir que hace ya algún tiempo viene en decadencia. Dentro de tanto film vacío y repleto de clichés que no aportan a la historia y que sólo nos marcan el camino hacia lo obvio, encontramos el nuevo trabajo actoral de Ryan Gosling, Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) que nos trae una visión retro y renovada a la vez de este género tan explotado. Un conductor (Ryan Gosling), que trabaja en cine haciendo doble de riesgo y en un taller, se ve involucrado en una misión de peligrosamente encubierta para ayudar a su vecina, Irene (Carey Mulligan). Apenas uno se enfrenta con Drive tiene la sensación de estar mirando una película “vieja”. Y es que estamos frente a un film que retoma de una forma muy acertada la estética y la lógica del thriller “ochentoso” y Noir, con una imagen vintage que nos remontan a los clásicos de suspense. Con claras reminiscencias de la clásica Taxi Driver, el personaje de Gosling transita por las calles de Los Ángeles con un aura totalmente misteriosa, siendo un delincuente encubierto del que esperamos cualquier reacción. Los demás delincuentes también tienen un aspecto y caracterización que nos recuerdan a los grandes magnates del crimen que con sólo mover un dedo nos dan pavor. Se puede decir que el personaje del conductor es uno de los mejores condimentos del film: totalmente ensimismado, no se permite ni una sonrisa, a punto siempre de cometer algo inesperado. El crimen y la violencia no lo deslumbran lo suficiente como para preocuparse. Drive termina siendo una historia de amor; todo lo que pasa en el film tiene como origen el enamoramiento del conductor hacia Irene. Pero esto no significa que no tengamos escenas de acción muy acertadas; de hecho, hay algo del film que me sorprendió gratamente: sin esperarlo tenemos varias escenas de acción/violencia al estilo “tarantinesco”; sangre de a montón torturas poco usuales pero bien explícitas. Y a pesar de esto también nos encontramos con pasajes sumamente románticos, de luz y música celestiales. La musicalización es también una muy buena elección dentro del film. También, como en Taxi Driver, la ciudad (en este caso Los Ángeles) cobra un protagonismo importantísimo. El vehículo, el conductor y la ciudad parecen fundirse y ser uno mismo, ser uno dependiente de los otros. Drive, es una película retro e innovadora, porque dentro del nuevo cauce del género viene a resaltar, pero nos lleva de vuelta a los básicos con los personajes, las locaciones, las escenas de persecución, la forma de tratar el suspenso y la acción, etc. Ryan Gosling deja el papel de sex symbol para convertirse en este habilidoso y misterioso criminal y lo hace de maravilla. Una nuevo thriller que vale la pena y le hace honor al género.