Podría decirse que El cisne negro (Black Swan, Darren Aronofsky, 2010) intenta abordar varias temáticas; pero considero que la más llamativa e interesante es la transformación que se opera en la protagonista del film. La historia se nos presenta simple: Nina (Natalie Portman) es una bailarina de ballet de unos veinticuatro años, vive con su madre (Barbara Hershey), quien la trata como si tuviera diez y su vida se desarrolla dentro de los límites de su hogar y la academia de danza de la cual forma parte.
En vísperas del armado de la nueva versión de El lago de los cisnes, el director de la academia (Vincent Cassel) elige a Nina para interpretar al cisne blanco y a su antítesis, el cisne negro. A partir de esto, comienza a desarrollarse un verdadero thriller. La protagonista se presenta como una perfeccionista obsesiva, que no se permite experimentar los placeres más sencillos de la vida (comida, sexo, amistad, salidas, etc.) y el papel del cisne negro exige justamente todo lo contrario a su virginal carácter. Este desafío es lo que hará que Nina comience a descubrir los espacios más oscuros de su ser; y la presión del director, la competencia de las otras bailarinas y la mirada materna siempre presente serán los disparadores para este despertar y el camino a la locura.
Bien, desde el argumento podemos percibir que estamos frente un film llamativo. A esto contribuyen la adecuada elección del tráiler y el cártel, que ya vienen circulando en cines, canales de tv, internet, desde hace varios meses y que son realmente atractivos. Y, ciertamente creo que una de las principales características de El cisne negro es ser llamativa, atractiva desde todos sus aspectos: principalmente porque el mundo retratado en el film, el del ballet clásico, se presenta como sumamente hostil y tenebroso, mostrándonos un “detrás de escenas” de lo que parece ser un universo de delicadeza y ensueño. Pero, como decía al principio, creo que la característica más interesante de este film es que, conjugando todos sus elementos nos lleva a la gran metamorfosis del cisne blanco al cisne negro. Nina, al verse obligada a crear un personaje para la ficción debe explorar aspectos de su vida que siempre habían estado bajo la alfombra: el descubrimiento de su cuerpo y como consecuencia de femineidad, la importancia de cargar a la técnica dancística del sentimiento que supone ya que la perfección técnica deja de ser suficiente, la dura realidad de ser reemplazada por otras bailarinas, etc. Todas estas cosas irán cargando de un carácter especial a la dulce bailarina, que poco a poco perderá la postura de muñeca de porcelana; mientras sus ojos enrojecen, su cuerpo se llena de cicatrices insólitas y los deseos homosexuales la persiguen, algo dentro de Nina está por explotar.
El desarrollo de la historia se lleva a cabo sobre un cambio de esencia a punto de ocurrir. A partir de la necesidad de triunfar en el papel del cisne negro, Nina ennegrecerá de a poco: para poder representar la verdadera esencia del cisne negro debe experimentarla. En este proceso, Lily (Mila Kunis), una bailarina de la academia, sexi, arriesgada y trasgresora, tiene un papel fundamental. Este personaje se convertirá en la obsesión de Nina, la acechará esa imaginen que le atrae pero la aterra. Podría decirse que esta misma dualidad de atracción y terror es lo que reviste todo el film: la misma imagen del cisne es dual, el blanco y el negro. Así mismo, Lily se presenta como la antítesis de Nina, como aquella mitad que se necesita para completar la dualidad.
Si hay una única crítica negativa que puedo hacer es a la historia de la niña que crece (retratado en imágenes demasiado explícitas como tirar a la basura los osos de peluche) y se rebela con drogas, sexo y alcohol. Creo que ahí el guión cae en un cliché no muy interesante; pero se puede entender como un retrato necesario en el marco de la historia. Sólo que, a mi gusto, hubiera sido más dramático representarlo más sutilmente y no tan estereotipado.
Realmente puedo decir que nuevo film de Aronofsky no me ha defraudado en absoluto, sino que ha sido una experiencia realmente disfrutable y arrolladora, porque inevitablemente la historia me arrastró hacia los lugares más hondos. La estética y la puesta en escena son impecables, acompañado de actuaciones sumamente pasionales que crean este ambiente que tanto atrapa. El proceso de cambio de esta frágil bailarina se sustenta en una narración muy acertada que realmente nos tiene expectantes hasta el momento de la presentación del nuevo Lago de los Cisnes, que en su momento cumbre estalla de la forma más poética posible.