Hoy voy a hablar de la película ganadora del premio de la Academia: El discurso del rey (The king’s speech, Tom Hooper, 2010). En la ceremonia de los Oscars 2011, este film, nominado en doce categorías se encontró triunfador en cuatro de ellas: Mejor Película, Mejor Actor Principal, Mejor Director y Mejor Guión Original. Además de los galardones que recibió en otras premiaciones. El discurso del rey cuenta la historia del rey George VI, Bertie (Colin Firth) que lucha contra su tartamudez, la cual se presenta como obstáculo insuperable sobre todo en los discursos públicos. Para sobrellevar este impedimento, el monarca recurre, por recomendación de su esposa (Helena Bonhan Carter) a Lionel (Geoffrey Rush, en un papel increíble), un “médico” poco ortodoxo que asegura poder curar la incapacidad de su especial paciente.
A partir de aquí se creará entre ellos una suerte de amistad que será una de las formas en las que Bertie irá perdiendo su miedo a tantas cosas. Más allá de la historia y de la densidad del contexto retratado (monarquía del Reino Unido de mitad de siglo XX, con su ineludible articulación con la iglesia católica), sabemos desde el principio cual será el tema principal: el habla.
El cartel nos ofrece una boca orientada hacia un micrófono, las primeras imágenes del film corresponden a micrófonos que están siendo preparados para algún discurso público o radial, y sus respectivos locutores entrenando la voz. Vamos a conocer un aspecto muy íntimo de una figura histórica; si estamos acostumbrados a que las películas sobre monarcas nos cuenten de sus amores, de sus tácticas políticas o de su vida entera, pues éste no es el caso: la película se reduce a resaltar la discapacidad de un rey; poco usual, ¿no? Y creo que es justamente este punto lo interesante del film de Hooper; poder sostener todo el relato desde la tartamudez, jugando con sus causas y consecuencias.
Incluso se plantea que el primer amigo de verdad que tendrá Bertie será a causa de su condición. Creo que sería interesante poder pensar cómo el habla viene a ser un aspecto decisivo en la definición de una figura como la de un rey: el hecho de no poder comunicarse mediante el discurso con el pueblo lo hace débil. Por otro lado también resulta curioso observar que en palabras como rey, padre, hermano, Bertie encuentra una dificultad aún mayor para pronunciarlas, lo cual introduce la temática de lo más personal y hondo de la vida del rey; forma en la que el film nos muestra muy por arriba las posibles causas de la condición de nuestro personaje y de paso un poco de lección de historia. También vemos que dentro de las extrañas prácticas que aplica Lionel a su paciente, tales como cantar lo que no puede hablar, éste empieza sentirse cada vez más cómodo y seguro de sí mismo. Todas estas son características que van construyendo una imagen inusual de un monarca, y el film se ocupa de hacer hincapié en esto y no tanto en la figura pública. Igualmente, vale decir que la construcción de la historia supone retratar el contexto histórico, la familia real, el lugar de la iglesia, intensificando, sobre todo la inminente Segunda Guerra Mundial. En este punto no es menor mencionar la impecable actuación de Helena Bonhan Carter, en un papel no menor, ya que es quien más se ocupa de resolver el problema de su marido y quien más lo acompaña. En fin, tengo que ser sincera y decir la película me dejó con un poco de ganas de más…
Si bien está impecablemente realizada, con actuaciones deleitantes, sobre todo la de Geoffrey Rush, y con una fotografía privilegiada, en lo personal no fue un film que hiciera mella en mí. Vuelvo a decir, creo que sí es muy interesante el aspecto que se toma en cuenta del personaje, cómo se concibe al habla, como instrumento que posibilita la construcción de la imagen de una figura política frente a su pueblo, como uno de los requisitos más importantes: el habla como aquel nexo que conecta al rey con sus súbditos, el nexo que comunica al público lo privado. Y será justamente un integrante del pueblo quien logre la comunicación definitiva entre estos dos espacios.