Desde el 2 hasta el 11 de septiembre se encuentra en pleno desarrollo el FIDBA, el Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Ares. Esta es la séptima edición del festival y contará este año con una sección especial titulada Rock&Doc.
La sección cuenta con tres documentales diversos que nos revelan una mirada muy personal de los músicos argentinos. Desde Babásonicos a Catupecu Machu, una vez más el rock y el cine se encuentran, esta vez desde un registro documental. Mirá la lista de documentales con sus sinopsis y horarios a continuación, y encontrá más información en el sitio del FIDBA.
El grito después de Karina Expósito
Domingo 8 de septiembre a las 15:30 h en Cine Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046, CABA).
“Hoy es 31 de diciembre de 1993…”, anuncia mirando a cámara Fernando Ruiz Díaz desde su cuarto adolescente, mientras su hermano Gabriel lo graba con una cámara casera. Ese día, sin saberlo, además de anunciar la creación de Catupecu Machu, una de las bandas más importantes del rock argentino, daban inicio a un registro documental inédito que vería la luz, en forma de película, 20 años después.
Jessico de Alejandro Arias
Sábado 7 de septiembre a las 15:30 h y miércoles 11 de septiembre a las 15:45 h en Cine Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046, CABA).
A fines del 2001 Argentina sufre una brutal crisis económica que hace colapsar el sistema financiero. Las discográficas se retiran del país y la industria de la música se paraliza. En medio de un clima desolador una banda de Rock surge inesperadamente pasando del under a la masividad. Sin contrato, ni manager, Babasónicos logra traspasar la crisis y plantea un modo inteligente y nuevo de explorar la realidad. En ese contexto nace Jessico, el origen de un cambio.
Su realidad de Mariano Galperin
Lunes 9 de septiembre a las 15:30 h en Cine Cosmos-UBA (Av. Corrientes 2046, CABA) y martes 10 de septiembre a las 19:45 h en Sala Cine FADU (Pabellón III, Ciudad Universitaria).
Durante una gira del músico Daniel Melingo por Europa, lo que se ve, lo que parece real, no siempre lo es. La trama va descubriendo a su protagonista y lo acompaña en sus distintos estados anímicos (algunos oscuros, otros más luminosos) focalizado siempre en los tiempos intermedios, cuando está abajo del escenario, lejos del show. Junto a su manager, los músicos y un extraño entorno, lo vemos subiendo y bajando de trenes y aviones, entrando y saliendo de hoteles; y observamos cómo Melingo se ríe de él mismo y de los demás. De la manera más musical posible, la cotidianidad de su protagonista viaja entre recuerdos, estados alucinógenos y amigos. El mundo de Melingo y su realidad no paran de avanzar. Como soldado y artista va para adelante dándolo todo, hasta llegar al final del recorrido, que es, para su propia locura, el mismo que el de partida.