No estamos descubriendo la pólvora al señalar que El Padrino es, aún hoy en día, una de las obras más destacadas de toda la historia del cine y que la actuación de Marlon Brando, quien ganó su segundo y último Oscar gracias a su participación en la película de Francis Ford Coppola, es una de las más icónicas de todo el séptimo arte.
En el film estrenado en marzo de 1972, el actor oriundo de Omaha (Nebraska) demostró por qué será recordado como uno de los mejores en la materia, ya que logró darle vida a un personaje de esos que nunca mueren gracias a una actuación que merece ser estudiada en cualquier escuela de cine.
El trabajo de Brando destaca por su capacidad para dotar de infinitos rasgos a un tipo inolvidable como Don Corleone, quien desde la primera escena del largometraje ya enamora al espectador con sus gestos, su forma de hablar y su mirada.
En este momento de la película, el patriarca no se encuentra solo sino acompañado de un gato que descansa en su regazo, el cual no estaba previsto que saliera en cámara. Sin embargo, todo cambió cuando el felino se coló en el set de grabación.
Cuando vio al animal, Brando decidió incorporarlo a la escena y acariciarlo mientras impartía su “justicia”, dándole así un curioso toque a su ya notorio personaje. Francis Ford Coppola abrazó la idea casi de inmediato y el resto es historia: la secuencia se transformó en uno de los mejores momentos de la historia del cine.