Estamos en Tokio cubriendo la 31ª edición del Festival Internacional de Cine de Tokio (TIFF), uno de los 15 festivales clase A del mundo. Los otros son Cannes, Venecia, Berlín, Moscú, Shanghai, Locarno, Varsovia, Tallin, El Cairo, Montreal, San Sebastian, Goa, uno en República Checa y el Festival de Mar del Plata, que arranca el 10 de noviembre).
Cuando cubrimos festivales de cine, solemos ver 3 películas por día durante una semana, la responsabilidad de analizarlas a menudo entretiene, pero cuando encontramos algo que nos sorprende, nos sentimos privilegiados, miramos la película sonriendo. Periodistas y críticos se ríen en los momentos en que la audiencia no se ríe, se ríen como diciendo “no te la puedo creer, mirá con la que salió”, y en lo profundo esa satisfacción de no estar desperdiciando el tiempo, de estar más cerca del lugar correcto, en el momento casi indicado.
Para esta nota elegimos tres películas que nos despertaron algo, que nos mostraron algo de una nueva forma.
His Master’s Voice
György Pálfi
Sci-fi especulativa que se adentra con coraje en la búsqueda de dos hermanos que quieren dar con su padre, un científico húngaro que desapareció mientras realizaba misteriosas tareas para el gobierno de Estados Unidos.
György Pálfi (director) y Zsófia Ruttkay (guionista) adaptan la novela de Stanislaw Lem, condimentada con un humor negro que parodia los programas estadounidenses de misterio y a los canales de YouTube antisionistas. La película se destaca por la afinada capacidad de observación sobre lo que nos es ordinario pero que no estamos acostumbrados a ver en películas. Lo ridículo se evidencia en nuestra forma de comunicarnos. El lenguaje cinematográfico es inteligente y, asociado a un trabajo de edición acertado, motiva a la audiencia a la inversiva experiencia de establecer conexiones y a generarse preguntas filosóficas a través del entretenimiento. Uno de nuestros guiones preferidos del festival.
Nuestro Tiempo
Carlos Reygadas
Hermoso y natural retrato de un matrimonio que a los 40 intenta trascender el proceso de aceptarse en una relación abierta. Una aventura de evidentes dificultades que plantea la honestidad como la nueva moralidad y que expone poéticamente lo imperfecto y resiliente del amor. El respeto por los procesos del otro, los acuerdos tácitos, los códigos de amigos, la importancia del diálogo, la inestabilidad del desapego, adaptación y búsqueda de equilibrio en una película íntima y sensible que aporta a la educación sexual de los adultos, reflexiones sobre temporalidad y autoestima que se practican en lenguajes simultáneos, en la disponibilidad constante de las analogías que Carlos Reygadas genera.
La Favorita
Yorgos Lanthimos
La última película de Yorgos Lanthimos es un drama deconstructivo sobre la carrera de una sirvienta maquiavélica (Emma Stone) que quiere ser la consejera de la reina, una reina lesbiana y lisiada que a pesar de su fuerte temperamento, cae en la interesada seducción de las dos mujeres que se disputan ser su compañía de confianza. Con una cinematografía renacentista (low-key, siluetas) en una versión más azulada, amplia variedad en movimientos de cámara y un decidido sistema de close-ups, Robbie Ryan (director de fotografía) amasa el carácter y la espontaneidad de personajes que, en posiciones solemnes, se comportan de forma impredecible. Hay un poco de House of Cards, Chicas Pesadas, María Antonieta y The Young Pope. Se destaca también el delicado diseño de arte y el estupendo (previsible) soundtrack, al que se acude con ironía en momentos absurdos.